Una mayor producción de petróleo como consecuencia de las discrepancias internas de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), junto a la caída del consumo de combustibles por la paralización mundial causada por el coronavirus, han colapsado los precios del crudo con el 30% de rebaja y amenazan con profundizarse más todavía. La llamada "guerra del petróleo" entre Arabia Saudita y Rusia por los precios consensuados ligados a la regulación de la producción de las naciones petroleras, genera situaciones insostenibles para la economía global y frena hasta la paralización total las inversiones en nuevos yacimientos.


Es el caso de Vaca Muerta, la estrella hidrocarburífera argentina, un megayacimiento cuyo desarrollo se hace inviable si el precio del barril desciende de los 50 dólares por los costos del proceso de fractura de roca para extraer el oro negro. Pero también con el valor del barril de Brent a 32 dólares, en esta semana, son necesarias políticas de urgencia para evitar la paralización del coloso neuquino salvando miles de puestos de trabajo y para atender el mercado interno.


Los consumidores ya reclaman una baja sustancial de los combustibles minoristas, pero en nuestro país el precio de cada litro de carburante tiene casi el 50% de impuestos, y los estacioneros soportan el peso de los costos internos, como los laborales y, además, el Gobierno nacional congeló los precios en diciembre último. En las petroleras ya se habla de la vuelta al "barril criollo" de 50 dólares, lo que implicaría un elevado subsidio estatal con consenso político porque también se evitaría desfinanciar a las provincias petroleras que tienen sus presupuestos atados a las regalías. En síntesis, los argentinos no gozarían de los irrisorios valores de surtidor que tendrían otros países si la guerra de precios de la OPEP continúa.


Todo esto se originó cuando el régimen saudí dio su conformidad para recortar la producción a fin de frenar la caída de las cotizaciones como consecuencia del brote epidémico -paralización industrial y transporte-, pero la negativa de Rusia fue un desafío. Arabia Saudita redobló la apuesta y decidió abrir más el grifo llevando de 10 a 12 millones de barriles diarios la producción, de manera de alcanzar al líder petrolero mundial EEUU, en una acción que parecería suicida pero las autoridades de Riad quieren demostrarle a Vladímir Putin quien aguanta más la bajada de precios.


Mientras la pulseada sigue repercutiendo en el resto del mundo, consumidor o productor según sus intereses, sean importadores o productores de crudo, el único que puede parar la contienda es Donald Trump, no por diplomático sino porque el fracking norteamericano, similar al proceso de Vaca Muerta, es rentable con U$S 50 el barril y nadie le toca el bolsillo a Washington.