Los argumentos a favor del ingreso de vino de Chile al país carecen de sustento y atentan contra el desarrollo de nuestra vitivinicultura.

Los insistentes reclamos de los productores vitivinícolas, ante las autoridades nacionales, por la importación de vino de Chile siguen sin tener una respuesta, y los argumentos esgrimidos por los fraccionadores avalando la medida del Gobierno nacional no alcanzan para justificar este procedimiento que está afectando seriamente a la actividad vitivinícola de Cuyo y otras regiones del país.

En las provincias productoras la mayoría de los viñateros y bodegueros coinciden en que todo responde a una maniobra de las grandes bodegas para comprar más barato a los productores locales y que esto se realiza deliberadamente con el sólo objeto de optimizar ganancias sin tener en cuenta o cuidar la calidad del producto. 
Se dijo en un primer momento que la importación de caldos vínicos se había abierto porque los volúmenes existentes en el país no alcanzaban para abastecer el mercado, lo que ha sido totalmente desmentido, especialmente, después de la liberación de volúmenes existentes.

Por otra parte se asegura que los vinos chilenos son de buena calidad y que ingresan al país debidamente precintados y fiscalizados por organismos competentes, cuando se ha detectado que lo están haciendo con un 5% de agregado de agua y con la posibilidad de contener residuos de agroquímicos utilizados en el vecino país en la lucha contra la lobesia botana o polilla del racimo de la vid, en su intento por erradicarla.

Respecto del agregado de agua se trata de una práctica que si bien está autorizada en Chile, en nuestro país no se admite debido a que existe un tratado de "reciprocidad de prácticas enológicas”, al que Argentina está adherido por integrar el Grupo Mundial del Comercio del Vino.

La competencia desleal que se establece atenta contra el vino argentino doblemente ya que es un hecho de que los caldos vínicos chilenos, una vez ingresados al país son mezclados con los locales en claro detrimento de su calidad.

Los últimos registros indican que de enero a junio entraron al país 559.169 hectolitros de vino chileno, es decir el 13,3% de todo lo comercializado en el mercado interno en el mismo lapso. De ese total el 38% -214.242 hectolitros- entró a San Juan. El problema es que al ingresar más volumen se llegará a la próxima cosecha con mayor stock vínico, y por lo tanto, la uva no subirá su valor por exceso de oferta.