Entre tantas alteraciones de la vida diaria la pandemia de coronavirus y las medidas para contenerla como el confinamiento social y las limitaciones para hacer trámites personales, han obligado a la utilización de sistemas electrónicos diversos tanto para la bancarización para atender toda relación rutinaria como para el comercio a distancia. Para muchos sigue siendo complicado aceptar este desafío como toda actividad que prescinde de la presenciabilidad. También el delito usufructúa la electrónica y las comunicaciones para cometer estafas.


Existe un nivel relativamente bajo de educación financiera en los adultos, en relación a otras economías de la región, por debajo del promedio de los miembros del G-20, de países de la OCDE y de naciones de América latina, como Chile, Perú, México y Brasil, según una encuesta de medición de capacidades financieras realizada por el Banco Central. Para cubrir este déficit de conocimiento en la Cámara de Diputados de la Nación hay tres proyectos de ley para incluir la educación financiera a nivel secundario como materia obligatoria.


La idea de las iniciativas parlamentarias es contribuir al desarrollo económico y social sostenible con temas para ser abordados en los dos últimos años del secundario de manera que los chicos ingresen al campo de las finanzas con nociones acerca del dinero, del sistema financiero, la deuda, las tasas de interés y el papel que cumple el mercado de capitales y otros organismos vinculados.


Si los proyectos son sancionados, la educación financiera será obligatoria en todos los establecimientos nacionales, provinciales y municipales de gestión estatal y privada conforme a las pautas fijadas por la ley 27.440 de financiamiento productivo, sancionada en 2018, y en consonancia con la Estrategia Nacional de Inclusión Financiera elaborada por el Consejo de Coordinación de Inclusión Financiera que presentó en diciembre pasado el ministro Marín Guzmán.


Será importante que las nuevas generaciones egresen de la educación básica con conocimientos de las criptomonedas, saber qué son las billeteras electrónicas, tener una cuenta corriente, usar una tarjeta de crédito, hacer un plazo fijo y todas las posibilidades que brinda la economía financiera. Se trata de una cuestión cultural adecuada a mejorar las condiciones de vida más allá del uso del papel moneda y prenderá rápido en los adolescentes por el amplio conocimiento que tienen de las herramientas electrónicas, alertando a los mayores indefensos ante las crecientes estafas virtuales.