La posibilidad de que en el país se declare próximamente la emergencia alimentaria, para asistir a los sectores más vulnerables de la sociedad, no impidió que en estos últimos días las organizaciones sociales salieran a las calles con un reclamo que podría haberse evitado, al considerar lo avanzado que están las negociaciones en ámbitos legislativos y del gobierno para implementar la ayuda. Las marchas, los acampes y las ollas populares sobre la Avenida 9 de Julio, y en las inmediaciones de edificios como el del Ministerio de Desarrollo Social o los principales shoppings de la ciudad, generaron un estado de caos que todavía persiste en el microcentro porteño, en una actitud que para muchos es incomprensible, en función a los esfuerzos que se están haciendo para ofrecer una respuesta a los sectores más castigados por la crisis económica.


Detrás de cada una de estas protestas hubo dirigentes vinculados a la CETEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular), liderada por Juan Grabois, y de otros movimientos piqueteros, como también de los gremios ATE y UTE. En algunos casos los enfrentamientos con la policía fueron tan violentos que llevaron al candidato presidencial del Frente de Todos, Alberto Fernández, a pedir a la gente que "eviten salir a las calles y las situaciones que puedan provocar violencia''. También solicitó a todos los argentinos "serenidad'' en su comportamiento.


Cada vez que hay acampes o marchas por la Avenida 9 de Julio no sólo se perjudica al tránsito vehicular, sino que se ve afectada la seguridad de la zona tanto para los vecinos de la ciudad, la gente que llega a trabajar o los miles de turistas que a diario visitan Buenos Aires y que, a consecuencia de este comportamiento se quedan sin conocer el centro porteño.


Más allá del sentido que puedan tener estos reclamos, debe entenderse que el ámbito apropiado para su resolución no está en las calles. La instancia de diálogo que abrió el Gobierno nacional para todos los sectores está vigente y es en ese espacio en el que se deben plantear las necesidades y las formas de solucionarlas.


No hace falta que la gente salga a las calles para dar muestras del poder social. Los índices de pobreza y de desempleo son suficientes para demostrar la caótica situación de determinados sectores de la sociedad, y lo necesario que es, en este momento, atender los requerimientos más urgente, entre ellos la alimentación.


Los dirigentes de los movimientos sociales deberán rever sus metodologías de reclamos y tratar de evitar estas manifestaciones que lo único que hacen es generar un estado de conmoción social que no ayuda en nada a la recuperación del país.