Durante la organización nacional la minería fue señalada por los patriotas como pilar del desarrollo y el 7 de mayo de 1813 la Asamblea General Constituyente sancionó la norma que hoy se recuerda y nos llama a la reflexión sobre el tiempo perdido para que Argentina sea una potencia minera gracias a la enorme riqueza acumulada en 11 provincias, y a lo largo de los 5.100 kilómetros de la Cordillera de los Andes que compartimos con Chile.


Domingo F. Sarmiento, el gran visionario, tuvo esto en cuenta y sentó las bases para que el gran potencial de la minería equilibrara el desarrollo regional, pero los intereses portuarios se centraron en la Pampa Húmeda y el Litoral, dando la espalda al interior mientras la era industrial se expandía requiriendo el fundamental suministro de la minería metalífera. En el último siglo la demanda de minerales se multiplicó 10 veces por el desarrollo tecnológico de los países industrializados y se acrecienta en nuestros días.


A pesar del aporte de la minería a la construcción, la agricultura, la medicina, la electrónica, la carrera aeroespacial, y diversas industrias más, la hegemonía porteña y la ausencia de estadistas consustanciados con el ideario sarmientino, se nos refleja en el PBI. Hace dos años la minería representó solo el 0,6%, mientras en Chile fue del 9,8% del PBI y Perú de 8,2%, con valor agregado, por los mismos recursos metalíferos existentes en nuestro país.


En las últimas décadas tuvo incidencia en este retroceso histórico el activismo de los antimineros ideológicos, denostando al capitalismo global con sus multinacionales que arrasaban países empobrecidos en sus actividades extractivas, sin dejar nada para mejorar las condiciones de vida del lugar. El neoliberalismo ha sido el emblema de una lucha absurda, movilizando a poblaciones que felizmente ahora no se dejan llevar por la izquierda combativa y, por el contrario, piden ser parte de desarrollo lugareño gracias a la demanda laboral, empresas proveedoras, y las regalías que mueven diversas mejoras locales.


La experiencia minera de San Juan parece contribuir a un cambio favorable en el concepto de la gran minería como factor de bienestar. Hasta los más acérrimos detractores de la industria se han dado cuenta de las ventajas socioeconómicas. Este día debería ser un punto de partida para explotaciones más ambiciosas, como la del estratégico litio, y la cuenca potásica, donde Argentina está en los primeros lugares de las reservas mundiales.