El mundo está observando con detenimiento las secuelas sociales y económicas de la pandemia para tener un panorama lo más certero posible de la situación en la nueva normalidad. Nada será igual que antes y muchas regiones exhiben un serio desequilibrio imposible de revertir sin ayuda externa, a través de los organismos multilaterales, ya bastantes condicionados por erogaciones puntuales de salvataje financiero. América latina y el Caribe vienen de una década de estancamiento y ya se adelanta una caída similar empujada por el colapso sanitario.


El diagnóstico regional de las agencias de las Naciones Unidas evalúa el último semestre de pandemia en el subcontinente con cuarentenas más laxas pero mucho más extensas que en Europa y Estados Unidos debido a medidas políticas a veces contrapuestas ideológicamente contra el coeficiente de desigualdad, el mayor del mundo, y que este año llegará al 6% en la zona. En este contexto se prevé una caída del PBI regional del 9,4% y una recuperación en 2021 de sólo el 3,7% según el FMI.


La dependencia de las exportaciones tradicionales sufrieron el freno de la pandemia a partir del petróleo que llegó a 20 dólares el barril de Brent y los minerales y las ventas agrícolas bajaron de tal forma que la Cepal prevé un retroceso del 23% en los ingresos. Esta realidad se llevó por delante las políticas esperadas contra la emergencia según la orientación de cada gobierno.


Brasil de extrema derecha optó por un asistencialismo equivalente al 8% del PBI, superando Bolsonaro a cualquier populista, y México, con la izquierda de López Obrador, impuso una agresiva solución keynesiana de sólo el 1% del PBI en estímulos fiscales. Dos ejemplos de los países más complicados por la emergencia y de mayor gasto público. Son medidas a corto plazo para amortiguar la caída de 29 millones de latinoamericanos por debajo del umbral de pobreza y casos puntuales como las islas caribeñas en estado desesperante porque viven del turismo.


La recuperación argentina es muy difícil, pero menos dramática que Brasil, el segundo país en muertos casi -120.000- y contagios después de EEUU, o Bolivia, con 11 millones de habitantes pero supera a China en víctimas del Covid-19, y en un balance a julio de América latina con sólo el 8% de la población mundial pero el 40% de los contagios en el mundo. Esto refleja un retroceso económico de casi dos décadas en sus principales indicadores de desarrollo y un desafío social para torcer la curva negativa.