La pobreza descontrola la lucha contra el virus
Las naciones ricas han subestimado la existencia de conglomerados de marginados en torno a las grandes ciudades y este modelo de manejo de la pandemia también fracasó en Chile.
Las naciones ricas han subestimado la existencia de conglomerados de marginados en torno a las grandes ciudades y este modelo de manejo de la pandemia también fracasó en Chile.
En el plano internacional se están analizando las diferentes estrategias aplicadas por naciones desarrolladas y emergentes para controlar la pandemia, y los resultados obtenidos por las políticas locales en el aislamiento poblacional como único recurso para evitar la propagación de los contagios. La pobreza y el hacinamiento, junto a las medidas sanitarias erradas, han arrojado miles de muertos y sin poder bajar la curva de la enfermedad, pero lo sorpresivo es que el impacto mayor del coronavirus se centró en Estados Unidos, particularmente en Nueva York, y con grandes contrastes entre los Estados del país más rico del mundo.
Observando el mapa de la proyección mundial del Covid-19 sorprenden los estragos de la enfermedad en naciones ricas, o señaladas como modelo de crecimiento, que están sufriendo las tasas más altas de infecciones como ocurre en Chile, aún siguiendo las recomendaciones de la OMS y con un abordaje quirúrgico de la crisis que mereció elogios, que sin duda fueron prematuros, ya que el gobierno de Sebastián Piñera debió volver atrás endureciendo el estado de catástrofe con cuarentenas más duras, lejos de las selectivas y flexibles el primer momento.
El análisis más crítico lo hizo Bloomberg, la publicación económica norteamericana al observar que Chile en esta emergencia sanitaria siguió el ejemplo de las naciones ricas sin tener en cuenta el gran porcentaje de pobreza y estos resultados tienen relación con el estallido social del año pasado causado por la brecha social. "No fue una sorpresa para los chilenos comunes, que durante mucho tiempo se han quejado de la división entre élites, con educación extranjera, que dirigen el Gobierno, con el resto de la sociedad", dice la publicación.
La reacción local ante las conclusiones del análisis que advierte una desconexión de las autoridades trasandinas con una parte de la sociedad, se planteó diferente, más allá de aceptar la realidad de la pobreza, el hacinamiento y la desigualdad. Pero más que en la copia de las estrategias de los países ricos, el problema surge de la impericia gubernamental, ya que los países desarrollados tuvieron diferentes protocolos e incluso también algunos debieron dar marcha atrás. Las coincidencias apuntan a la apatía local, sin reaccionar a dos meses de los primeros confinamientos sociales preventivos en el mundo e ignorando la magnitud de carecientes.
El gran error fueron las cuarentenas dinámicas en la Región Metropolitana, a diferencia el resto del país, mientras las disposiciones no tenían en cuenta la situación marginal y el nivel de hacinamiento que requerían una atención diferente al de los estratos pudientes. La cuarentena funciona bien en el que tiene recursos, no en el indigente.