A pesar de que en un principio el Gobierno nacional intentó defenderlo, las presiones fueron tan fuertes que se resolvió acatar el sentido común y demostrar que en el nuevo país que está forjando "Cambiemos'' ya no hay lugar para la corrupción y mucho menos para quienes intentan seguir con esa práctica que tanto mal le ha hecho a la Argentina. Es lo que ocurrió con el caso de Valentín Díaz Gilligan quien luego de ser cuestionado por haber ocultado 1,2 millones de dólares en Andorra, España, de un fondo dedicado a la compra y venta de jugadores de fútbol, debió presentar su renuncia al cargo de subsecretario general de la Presidencia. Los cuestionamientos surgieron de todos los ámbitos, especialmente del seno del Gobierno nacional, en donde se aseguró que no están dispuestos a dejar pasar por alto actitudes reñidas con el principio de transparencia impulsado desde la actual gestión de gobierno.


En los días previos a la presentación de la renuncia, el propio secretario general de la Presidencia, Marcos Peña, había manifestado que el Gobierno no iba a proteger a ningún funcionario que no cumpliera con la ley.


Díaz Guilligan intentó por todos los medios defenderse, pero la forma en que se habían dado los hechos lo llevaron a dar un paso al costado y posteriormente a formalizar la renuncia. En este sentido muchos se preguntan si los casos de los ministros de Trabajo, Jorge Triaca, y de Finanzas, Luis Caputo, no son iguales o más graves y que sin embargo no han motivado la renuncia de ambos funcionarios.


De todas formas, la actitud asumida por Díaz Gilligan se manifiesta como uno de los aspectos positivos de la actual gestión de gobierno, ya que demuestra que se puede confiar de que en la medida que se vayan descubriendo nuevos casos de corrupción, existe la predisposición de no dejarlos pasar por alto y castigarlos de la forma más contundente que existe, que es alejando al funcionario sospechado de su actividad dentro del gobierno.


El alejamiento de Díaz Gilligan del gabinete del presidente Macri, se estima que será una pérdida 
importante para la estructura, pero contribuirá a que el Poder Ejecutivo salga más fortalecido de esta situación que había echado un manto de dudas sobre la transparencia y honestidad de la cúpula gubernamental, impidiendo diferenciarse del anterior gobierno kirchnerista que se caracterizó por proteger y otorgar inmunidad a funcionarios que hicieron de la corrupción un estilo de vida en 
beneficio propio.