El 20 de noviembre se celebra el Día de la Soberanía Nacional, instituido por la ley 20.770, en conmemoración de la batalla de la Vuelta de Obligado ocurrida ese día de 1845, cuando los heroicos soldados criollos, gauchos, indios y mulatos, en escaso número e inferioridad de condiciones, resistieron en un recodo del río Paraná la invasión del ejército anglo-francés, el más moderno y poderoso de la época, con los recién estrenados barcos a vapor. A pesar de la derrota local las potencias invasoras no lograron su cometido y quedó para la posteridad el patriotismo con que se defendió el territorio nacional.


La celebración de la Soberanía es mucho más que un feriado nacional trasladable, como el de hoy lunes, pensado en el ocio y a favor del turismo interno. Sin embargo se habla de soberanía, y con inapelable razón, al recordar el despojo de los territorios insulares por parte de los británicos, pero ser una nación soberana va mucho más allá de la territorialidad ya que es un concepto asociado a la estructura republicana.


En la vida institucional de los argentinos los derechos y garantías constitucionales establecen la autonomía en el campo de las ideas a fin de asociar la soberanías en los poderes del Estado, de manera que la justicia, la política, la economía, la cultura y los derechos humanos se canalicen a través de las instituciones, cada una en la órbita de su competencia de poder, sin injerencias ni presiones. En una soberanía republicana no caben modelos circunstanciales hegemónicos, autoritarios e ideológicos desplegados por la retórica gobernante.


Nuestra soberanía se desvirtúa en la economía con impacto social si consideramos el enorme potencial productivo del país frente los actuales niveles de pobreza, indigencia, desocupación y caída del nivel de ingreso de la clase media, jamás registrados, y no todos atribuibles a la pandemia como se pretende justificar. El campo, generador de divisas y los recursos marítimos como todas las riquezas naturales deberían tener políticas que los protejan para asegurar el crecimiento y no vistos sólo para exacciones fiscales.


La soberanía es el alma del ser nacional, debe lucharse por ella en el mundo globalizado y tenemos muchas deudas pendientes como sociedad. El presidente Alberto Fernández las ha señalado: la cultural, la tecnológica, científica y alimentaria. Pero todo deber ser impulsado por la educación, ahora en estado latente.