Los asesinatos se castigan en Irán con la pena de muerte, de acuerdo a la ley del talión, aunque el delito haya sido cometido por un menor de edad quien al cumplir la mayoría se ejecuta la sentencia tras un proceso viciado de nulidad, en general obligando a declarar bajo presión. La República Islámica ha ratificado la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño pero es insensible a los pedidos de revisión y críticas sobre esos brutales procedimientos.


Expertos en Derechos Humanos de las Naciones Unidas, junto con Amnistía Internacional y otras organizaciones humanitarias hicieron un llamado al gobierno de Teherán para detener la ejecución del joven Hossein Shahbazi, sentenciado hace unos días, al concluir la justicia que el delito supuestamente cometido cuando era adolescente cabe en la pena capital, y rechaza los cuestionamientos de la ONU, de ONGs, cancillerías y diplomáticos occidentales, alegando entrometerse en sus asuntos internos.


De acuerdo a las denuncias, las autoridades iraníes ejecutaron el año pasado al menos a cuatro condenados por asesinatos cometidos siendo menores de edad y un reciente informe crítico de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, dice que hay más de 80 jóvenes delincuentes que se encuentran a la espera en el corredor de la muerte entre los cuales cuatro se enfrentan a una ejecución inminente.


Irán defiende su hipocresía expresando que todos los casos son debidamente investigados y los magistrados, que dependen del Gobierno, tienen indulgencia ante los menores inculpados al determinar si el chico tiene la madurez como para discernir la naturaleza de su delito. Y hace referencia a la propaganda de Occidente, dice, por no ver sus propias violaciones a los derechos humanos, como las sanciones de EEUU a Irán o las ventas de armas de Francia y Gran Bretaña a las monarquías árabes del Golfo con un doble discurso.


Además explica la barbarie con estadística: se culpa al sistema como a un solo hombre cuando hay 85 millones de habitantes en Irán y tres o cuatro ejecuciones al año no debe ser símbolo de violación a los derechos humanos, y se remite al Corán cuando señala que es derecho de la familia de la víctima perdonar o no, y eso puede definir la suerte del inculpado.


Lo realmente indignante es que la ejecución de la pena de muerte, en general en Irán, contrasta con la tendencia mundial de abolir este castigo extremo mediante legislaciones sustentadas en las garantías fundamentales y las obligaciones del Derecho Internacional.