Como corolario de un año que no resultó para Aerolíneas Argentinas todo lo positivo que se esperaba, el Gobierno nacional debió salir a dictar una conciliación obligatoria para impedir un paro que los aeronavegantes habían anunciado para hoy. Se trató de una medida de urgente resolución implementada con el objeto de garantizar los vuelos durante el fin de año, un objetivo al que apuntaban los sindicatos del sector aeronáutico conociendo que es uno de los puntos más sensibles, especialmente para los usuarios del servicio que quedan sin poder trasladarse.
Los conflictos que afronta actualmente la aerolínea de bandera comenzaron a gestarse, prácticamente, desde la reestatización de la empresa en 2008, cuando se requirió de fondos públicos para que pudiera funcionar. En ese momento el Estado decidió aportar U$S 5.059 millones durante el período 2009-2017. De acuerdo a un plan establecido los subsidios, medidos en dólares, crecieron hasta 2011 y luego comenzaron a caer. De los U$S 670 millones asignados en 2009 se llegó a un máximo de U$S 841 millones dos años después.
La gestión de Macri aceleró la reducción de las transferencias que pasaron de U$S 560 millones en 2015 a U$S 297 millones y a U$S 180 millones en 2017. Lo que venía por el buen camino en materia de saneamiento financiero de la compañía se desvirtuó debido al contexto económico y la devaluación, y el anhelado déficit cero que se había planeado no se pudo concretar. En este sentido, las autoridades de Aerolíneas proyectaron pedirle este año al Estado sólo U$S 90 millones, pero al promediar diciembre el monto solicitado alcanza los U$S 180 millones, por lo que el déficit cero seguirá, al menos, por un año más sin alcanzarse.
El endurecimiento del conflicto con los sindicatos, que otro de los puntos más acuciantes que tiene la empresa llegó a motivar durante el año duras medidas de fuerza, siempre en perjuicio de los pasajeros que periódicamente quedaron varados, sin demasiados argumentos. Los principales reclamos de los sindicatos están vinculados a los cambios en el convenio colectivo de trabajo y la entrada en escena de las low cost, que han generado mucha disconformidad en el sector.
El panorama general de la aerolínea es complicado y necesita del acuerdo y esfuerzo de todos los sectores que la componen para salir adelante. Tanto administradores como dirigentes de los sindicatos aeronáuticos deben involucrarse un poco más en la búsqueda de la solución del problema y no intentar cada uno sacar mejor provecho para su sector sin interesarle el bien común de la empresa.
