Las alarmantes cifras que presentan en nuestro país la segunda ola de la pandemia de coronavirus revelan desaciertos que justifican el nuevo confinamiento impuesto por las autoridades y las impericias en el manejo de las acciones preventivas sumado al pésimo comportamiento social. Las naciones que han controlado la propagación de la enfermedad, flexibilizando la mayoría de las actividades de la población han cumplido rigurosamente las premisas sanitarias, lo que aquí no ocurrió.
Son tres las recomendaciones básicas de la OMS que parten de los cuidados personales para evitar contagios, sin reuniones sociales hasta marchas multitudinarias carentes de protección. Tampoco se hacen los testeos en un mínimo necesario para tener una trazabilidad de donde están los contagios y poder separarlos, estudiarlos y confirmar las diferentes variables, y para completar el cuadro negativo, el escaso porcentaje de vacunación, uno de los más bajos del mundo con respecto a la cantidad de habitantes.
La escasez de vacuna es determinante del actual colapso, ya que tan solo el 18,24% de la población recibió la primera dosis y en el caso de la segunda aplicación, la que mejor protege contra las formas más graves del covid-19, apenas está inmunizado el 4,63%, debido a las demoras en la entrega y distribución de las vacunas compradas en Rusia, China e India, en tanto del acuerdo de producción con México no hay precisiones. Se observa en estas transacciones un perfil geopolítico y el costo ideológico lo pagan los afectados.
El caso de la Sputnik V ya repercutió en España, que habilitó el ingreso de turistas, menos a los argentinos vacunados con el fármaco ruso por no estar aprobado por la OMS al no haber completado la documentación exigida por el organismo sanitario y la Agencia Europea del Medicamento. Tampoco podrán entrar los viajeros de nuestro país con una sola dosis de otras vacunas, ya que en la UE se considera inmunizado a quien completó ambas dosis. Y no vale el informe del Conicet que avala la efectividad de la Sputnik V en un 94% en un estudio sobre 288 personas.
Este panorama ha sido alertado a las autoridades por la comunidad científica que sigue la evolución de la pandemia. Esta segunda ola fue creciendo desde marzo pasado ya que durante el verano los casos nunca bajaron a los valores deseados y aunque hubo restricciones en abril, la circulación del virus siguió avanzando de manera exponencial por la escasez de vacunas necesarias para la protección del otoño a fin de evitar más complicaciones en invierno.
Una sucesión de hechos evitables y con manejo inapropiado frente al bien común.
