La organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) ha dado a conocer el estudio anual sobre libertad de prensa en el mundo, tras analizar indicadores que evalúan el pluralismo, la independencia de los medios, el marco legislativo en el que se desenvuelven y la seguridad con la que los periodistas hacen su trabajo en 180 países, incluyendo a la Argentina.

 
El informe habla de un deterioro global de la libertad de prensa incluso en las democracias occidentales, y publica una escala encabezada por Noruega, junto con Suecia, Finlandia, Dinamarca y Holanda que ocupan los cinco primeros puestos en el ránking mundial de la libertad independiente. En el otro extremo, Corea del Norte -el peor clasificado-, Eritrea, Turkmenistán, Siria y China están en los cinco últimos puestos. En Latinoamérica se destaca Costa Rica, en sexto lugar mundial ganado por el respeto al periodismo dentro de un grupo de quince naciones en los que la libertad de prensa exhibe un impecable pluralismo de ideas volcado a los medios. 

No obstante, RSF señala que México y Cuba son los dos países de nuestra región donde está más amenazada la libertad de prensa. En materia de riesgo para los periodistas, los mexicanos están ahora solo detrás de Siria y Afganistán. También se da el caso de Chile con un deterioro la libertad de prensa por la persecución a quienes han aportado datos y filtraciones en las investigaciones judiciales. Esto provocó un amplio debate en la sociedad chilena por el escándalo que involucra a políticos, grandes empresarios y militares investigados en presuntos casos de corrupción, abuso de autoridad, o captación ilegal de fondos de campaña. 

El retroceso de la prensa chilena también se observa en Uruguay que cayó del puesto 20 al 25, aunque sigue encabezado en el grupo latinoamericano con una calidad periodística satisfactoria. En cambio Argentina subió del puesto 54 al 50, al mejorarse las condiciones de la prensa a partir del nuevo gobierno. 

Pero lo lamentable, en el contexto global la libertad de prensa retrocedió el año pasado hasta en los estados democráticos, que la exhibían como uno de los pilares de la convivencia social y del Estado de derecho.