La muerte de Micaela Páez, de 21 años, sigue conmocionando el país no sólo por la terrible circunstancia que puso fin a su vida sino también porque nunca hubiese ocurrido sin mediar un fallo judicial carente tanto de objetividad como de sentido común.

La joven militante del movimiento "Ni Una Menos", también terminó de la peor manera, al ser atacada por un hombre que había sido condenado a nueve años de prisión por dos violaciones, pero estaba libre por la decisión de un juez no obstante un informe penitenciario que desaconsejaba la excarcelación.

La actuación del juez de Ejecución de Penas, Carlos Rossi, sigue recibiendo duros cuestionamientos y ya hay pedidos de juicio político y remoción ante el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. La insólita determinación del magistrado de liberar a Sebastián Wagner constituye genéricamente la causal de mal desempeño de un juez en el ejercicio de sus funciones.

El caso ha tenido eco hasta en el dolor del papa Francisco, que llamó a los padres de la víctima y en el propio presidente de la Nación, quien señaló que "un juez, cuando asume la responsabilidad de ser juez, tiene que entender la dimensión del poder que tiene, y que el poder lo tiene para ayudar a la comunidad, no para sostener caprichos ideológicos". Mauricio Macri dio en el meollo de la subjetividad: el garantismo impuesto en la década anterior por la izquierda revisionista.

La jueza de la Corte Suprema de Justicia, Elena Highton de Nolasco, que dirige además la Oficina de la Mujer y de la de Violencia Doméstica, sostiene que aún con un informe favorable, un acusado de violación puede reincidir porque el problema es que las personas salen de la cárcel igual o peor que cuando entraron.

Y la historia reciente le da la razón: en mayo de 2009 a Soledad Bargna, de 19 años, la mató un violador al que la Justicia le había otorgado el beneficio de salidas transitorias; Tatiana Kolodziey de 33 años fue asesinada en octubre de 2012 por un remisero a quien, como en el caso anterior, el juez de Ejecución Penal Axel López le había otorgado la libertad condicional.
No hay casualidad, sino una clara obstinación doctrinaria.