Con un 120% de inflación acumulada en lo que va del año y el 140% interanual, el presidente electo Javier Milei deberá abocarse, desde el próximo 10 de diciembre, apenas asuma el cargo, a controlar este mal de la economía argentina que incide en todos los sectores de la sociedad. Sin dejar pasar mucho tiempo el nuevo mandatario tendrá hasta antes de esa fecha la posibilidad de formar su equipo de gobierno encargado de dar señales claras de que cuenta con un plan de gobierno y de políticas antiinflacionarias capaces de revertir la actual situación, mientras se avanza en la solución de los problemas macroeconómicos a los que también hay que encontrarles una salida definitiva si se pretende encauzar el rumbo de la nación.
Pero no todo se circunscribe a la inflación, también el nuevo presidente tendrá que solucionar el problema del 40% de pobreza, los altos niveles de informalidad laboral y el cepo cambiario, entre otros, como la baja producción agropecuaria y los pocos dólares que hay en el Banco Central, necesarios para tomar decisiones de política económica.
El grado de credibilidad que ha alcanzado Milei será fundamental para poder afrontar todas las dificultades que tiene el gobierno ya que para revertirlas necesitará de mucho poder político. En este contexto lograr el consenso con los demás sectores políticos será clave para promover la anhelada unidad nacional, tan necesaria para introducir todas las reformas que se requieren para sacar al país del estancamiento económico y generar las políticas que apunten a combatir la corrupción entre otras desviaciones que dificultan alcanzar el bien común para todos los argentinos.
Al país no le queda otra alternativa que un plan de estabilización creíble y duradero, con medidas fuertes y sostenibles en el tiempo. La nueva administración no tendrá la posibilidad de contraer más deuda ni de emitir moneda como solución al desfinanciamiento. Además se considera que el problema de fondo no es económico, sino político, ya que si bien la inflación tiene una fuerte incidencia en la economía, lo dificultoso es determinar cómo se financiará el gasto público sin emitir y qué nivel de recortes será necesario, y eso es una decisión estrictamente política.
Si bien el panorama que deberá afrontar el nuevo presidente no se ve muy favorable en varios aspectos, hay algunas expectativas positivas. Sin sequía en la próxima temporada, algo que es muy deseable por todos, el escenario es mucho mejor en términos de producción y exportación agrícola. Lo mismo que con la producción y disponibilidad de petróleo y gas en Vaca Muerta, que ofrece un escenario mucho más optimista para las nuevas autoridades.
El tema de los vencimientos de deuda tanto privada como con el FMI (Fondo Monetario Internacional) también resultan un poco más positivos al haberse prorrogado algunos plazos.
Quedan otros tantos temas vinculados al bien común y a la política social en los que también el equipo del nuevo presidente se deberá abocar de inmediato para evitar el malestar generalizado de muchos sectores que, a pesar de ser conscientes de que los problemas no se solucionarán de un día para otro, los plazos serán más limitados que en otras ocasiones.