Hasta hace poco se sabía que los microplásticos, que han comenzado a expandirse por toda la Tierra, especialmente en los cursos de agua y océanos, habían llegado hasta el cuerpo humano afectando algunos órganos y produciendo diversas enfermedades, principalmente respiratorias y digestivas. Pero un último descubrimiento ha dado la certeza de que los microplásticos están en condiciones de llegar hasta el cerebro lo que podría provocar su inflamación o trastornos neurológicos, incluso enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson.

Científicos de la Universidad de Viena son los que han determinado esta posibilidad después de estudiar el avance de los microplásticos en el cuerpo humano, tras las evidencias de que estas partículas pueden llegar con gran facilidad al hombre al consumir para su alimentación animales acuáticos, como peces y cangrejos, que están en contacto con residuos de plásticos que son arrojados a su medio natural.

La situación es preocupante porque más allá de las campañas que se llevan a cabo para minimizar este tipo de contaminación ambiental, hay pruebas de que en los últimos años el fenómeno de los plásticos ha seguido aumentando con numerosos casos de internación de pacientes afectados por este mal.

En provincias como San Juan no podemos decir que estamos a salvo de estos casos, ya que continuamos observando el abuso que hay con el uso de bolsas de polipropileno y envases de plásticos y descartables que luego son indebidamente arrojados a la vía pública sin tener en cuenta la posibilidad de reciclarlos en las plantas de tratamiento que se disponen. Este tipo de material va a parar a la red de canales, acequias del sistema de regadío, o descampados de donde el viento suele hacerlo volar hasta los espejos de agua de los diques u otros reservorios de agua que quedan contaminados perjudicando el medio ambiente en algo que en estos momentos es muy sensible, como son los recursos hídricos.

Un mayor control del uso de bolsas o descartables plásticos, para hacer que estos elementos no proliferen en el ambiente o no estén en contacto con la naturaleza puede llegar a ser una de las soluciones para que los microplásticos no sigan avanzando en el proceso de contaminar todos los ámbitos, afectando al hombre con graves enfermedades inclusive invadiendo su cerebro.