El esfuerzo que el personal directivo, docente y miembros de las comunidades educativas realizan habitualmente para equipar las respectivas escuelas se ve, en numerosos casos, malogrado por los robos y el vandalismo que parece haberse ensañado con edificios escolares que carecen de vigilancia y que son muy vulnerable ante la acción de los delincuentes. Así es como periódicamente las autoridades escolares denuncian en sede policial los robos de aparatos electrónicos como televisores, computadoras, proyectores, equipos de audio y otros materiales didácticos, valuados en ciento de miles de pesos, que se utilizan dentro del proceso de enseñanza. En lo que va de este año los establecimientos educativos más afectados pertenecen a zonas rurales o semirurales, como la escuela Esteban de Luca, situada en Rincón Cercado, departamento 9 de Julio, que durante el mes de mayo último fue saqueada en tres oportunidades. Aunque fuentes policiales aseguran que también hubo un recrudecimiento de los robos y vandalismos en algunos establecimientos de sectores urbanos.


Para la mayoría de los directivos la situación es compleja, ya que los esfuerzos que han realizado para contener el vandalismo no han dado los resultados esperados. Se han probado varias soluciones pero todo es poco durante los períodos de receso escolar o fines de semana en que los establecimientos quedan solos y sin vigilancia policial. La designación de porteros para evitar el vandalismo tampoco dio resultados, lo que pone en evidencia que es necesario buscar otros sistemas más efectivos.


Ha llegado el momento en que, de una vez por todas, las autoridades provinciales tanto del Ministerio de Educación, intendencias municipales y la Policía de San Juan concentren esfuerzos para combatir el vandalismo que se da, justamente, en uno de los ámbitos más sensibles de nuestra sociedad, donde se debe educar con el ejemplo a las futuras generaciones. Estos tres sectores deben estudiar la implementación de un efectivo sistema de vigilancia que combine todos los recursos que disponen, afín de garantizar una custodia permanente, apoyada en los recursos humanos y tecnológicos que existen en la actualidad, como botones de pánico, alarmas con sensores de movimiento y sistemas de filmación que contribuyan a alertar e individualizar a los vándalos cada vez que intenten ingresar a un establecimiento escolar. Todos los esfuerzos que se puedan hacer en este sentido se justifican plenamente en la medida que entendamos que el vandalismo en las escuelas toca lo más profundo la esencia de nuestra sociedad al afectar los sitios de formación de nuestros chicos.