El Reino Unido vive momentos de incertidumbre política con implicancias sociales, luego de la humillante derrota del Gobierno en la Cámara de los Comunes y la frustrada moción de censura, o mejor dicho de desconfianza, a la que ha sobrevivido la primera ministra Theresa May por la negociación con la Unión Europea para una salida honorable del Brexit, votada oportunamente por el pueblo británico.

La separación de la comunidad de naciones europeas se cataloga como la mayor decisión que Londres ha debido tomar desde los comienzos de la Segunda Guerra Mundial, según afirman los analistas internacionales. May sostiene que su posición responde al "interés nacional", por delante de los intereses políticos, aludiendo a la decisión del pueblo británico en un referéndum a favor del Brexit, votado hace dos años y medio.

Pero los diputados objetan ahora el acuerdo de salida, dando lugar a la incertidumbre, mientras la jefa de Gobierno tiene un tiempo perentorio para encontrar una salida que satisfaga a la mayoría, incluyendo a la opinión pública, frente a los posibles escenarios que se presentan. El sistema político está en una encrucijada y los ciudadanos, confundidos y frustrados.

El calendario del Brexit prevé la salida del Reino Unido el 29 de marzo próximo y si para esa fecha no hay un acuerdo de partes firmado, el Gobierno de la Unión Europea actuará unilateralmente dando por terminado el vínculo británico. La ruptura impactará en una caída del 8% del PBI británico en el primer año con un probable desabastecimiento de insumos de primera necesidad, al caducar preferencias arancelarias y con desequilibrios en las balanzas comerciales.

Pero ante todo, debe recordarse que la UE es un proyecto político, donde la libre circulación de las personas, de bienes, servicios y capitales, son medios para el mantenimiento de la paz. La salida del bloque de uno de sus miembros es un golpe que los 27 integrantes están sorteando con unidad, aunque internamente las voces contra la integración se han multiplicado por la demora y la falta de transparencia con que maneja Bruselas o Estrasburgo el proyecto europeo.

Frente a la crisis del Brexit, una opción posible para Londres es pedir el reingreso a la UE, pero será un país tercero como cualquier otro y ponerse en la fila de los aspirantes a la asociación, si una mayoría política lo pidiera. Pero el Reino Unido perdería todos los privilegios y excepciones que ha venido gozando a lo largo de estos 40 años de integración europea.