El polémico caso de las cuentas personales que la consultora Cambridge Analitycs le robó a Facebook para intervenir en campañas electorales de distintos países, principalmente los últimos comicios de Estados Unidos en los que se impuso Donald Trump, representó un golpe duro para la credibilidad y la confianza de la gente que nunca pensó que ese manejo era posible y que se podía concretar al mejor estilo de una película de ciencia ficción. La serie difundida por Netflix, a manera de documental, terminó por aclarar cómo se hizo el referido manejo de voluntades detallando algunos aspectos que hasta ahora parecen increíbles, pero que demuestran hasta qué punto se ha llegado con el desarrollo de esas técnicas de manipulación.
Cambridge Analitycs utilizó 50 millones de cuentas personales de Facebook para estudiar perfiles de los votantes y, posteriormente enviarles mensajes vinculados a las elecciones generales con el objeto de orientar preferencias y, lógicamente, inducir a quien se debía votar. El descubrimiento de la maniobra determinó que si bien la consultora habría procedido indebidamente, parte de la culpa también era de Facebook que conocía el procedimiento. Pero es aquí donde hay que tener en cuenta para el futuro, de que también hay una cuota de responsabilidad de los gobiernos y especialmente de los usuarios de las redes sociales, quienes deben estar atentos a maniobras de este tipo que implican una manipulación personal.
Se habla de redes sociales porque no sólo Facebook fue afectada por el robo de datos, también hubo otras plataformas como Yahoo, MySpace, eBay, Sony, American Express y otras tantas que fueron utilizadas con el mismo propósito.
Tampoco fue sólo Cambridge Analitycs la única en actuar de este modo, hubo trolls rusos que bombardearon con noticias falsas a 126 millones de usuarios durante las elecciones pasadas de EEUU.
Según el periodista y escritor, Ricardo Trotti, al referirse a este polémico caso sostuvo que ‘no se puede culpar a los demás de todos los males a los que estamos expuestos, así sea a Johnny Walker por nuestro alcoholismo, a Marlboro por nuestro tabaquismo o a McDonald’s por nuestra predilección por la comida chatarra”. De la misma manera no se debe dejar en manos de las redes sociales el manejo de las voluntades personales, lo que se puede conseguir con un uso más racional de estos medios y con la precaución necesaria al usarlos, ya que de esto dependerá que no haya más megafraudes basados en el poco cuidado que la mayoría tiene al usar las redes sociales.
