Este domingo se realizarán en todo el país las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) que definirán los candidatos habilitados para participar en los comicios generales del 27 de octubre venidero, en los que la ciudadanía elegirá al próximo presidente de la República, el vice y demás autoridades que asumirán el 10 de diciembre, iniciando una nueva etapa institucional.


Más de 33 millones de electores están habilitados para sufragar y quienes tengan entre 16 y 18 años o mayores de 70 que no concurran, no serán infractores y podrán votar en las presidenciales. Los demás deberán justificar las ausencias, aunque el compromiso de los argentinos con las urnas viene creciendo, lo que es gratificante para la democracia.


Cada elección tiene características propias y estas PASO lo hacen con un escenario polarizado a pesar de la decena de candidaturas, pero con escasez de propuestas sólidas para encarar una difícil etapa de gobierno. La protagonista sigue siendo la "grieta'' social y las antinomias frente a promesas difíciles de cumplir debido a la actual realidad nacional. Pero subsiste la antinomia de dos concepciones de la política, una que es república y democrática y la otra que tiene que refundar esos atributos.


Todo el proselitismo ha sido una oferta discursiva sustentada en frases de impacto y carentes de razonabilidad política y económica para salir de la crisis, es decir, sobre lo que debería hacerse con acuerdos sectoriales a fin de acercar posiciones pensando en el reencuentro y bien común. Pudo haber sido una forma creíble para que el elector salga de la polarización alejándose de los mensajes que fomentan los antagonismos, lejos de las estrategias que sólo sirvieron para reafirmar inequidades, ideologías y populismos retrógrados. Otra vez la gran deuda ha sido la cultura de la convocatoria y el consenso para construir la Patria que nos merecemos.


En nuestra historia democrática, los argentinos se acostumbraron a elegir autoridades entre posiciones antagónicas ligadas a un modelo de país, además del voto emotivo relacionado con algún momento de la vida que se reaviva nostálgicamente en cada elección. De allí surgen las estimaciones del voto cautivo con más de añoranza que del análisis sustentado en la credibilidad cívica.


Estas PASO también deben llevar a la reflexión sobre el costo y la utilidad del sistema electoral primario. Costarán más de 4.000 millones de pesos y no se usarán para definir internas, por lo cual pierden sentido y deberá plantearse la suspensión en el Congreso, única manera de adecuar la ley electoral. No se justifica semejante despilfarro con listas únicas y que los resultados se transformen en una gran encuesta nacional.