Pese a la difusión y la insistencia que hay en el uso de las energías limpias, actualmente los combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas, siguen siendo la principal fuente de abastecimiento energético, a tal punto que representan el 85% de la producción mundial de energía. En este contexto, las energías limpias no fósiles cubren apenas el 15% del consumo total energético, de los cuales sólo un 4% corresponde a la energía eólica y solar.


Según Alieto Guadagni, miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente, se espera que este panorama mejore considerablemente en el futuro ya que hay estimaciones que prevén que las energías no fósiles representarán en el año 2040 el 26% del total de la oferta energética, con una mayor participación también de las energías eólica y solar. De todas formas se considera que con eso no alcanzará para evitar las emisiones contaminantes, que son las que inciden en el ambiente promoviendo el cambio climático.


Para evitar el avance del calentamiento global haría falta que las actuales emisiones de CO2 (dióxido de carbono) se redujeran en un 40% durante los próximos 25 años, algo que los especialistas ven muy difícil, a pesar de los esfuerzos que se les está reclamando a cada nación para que intenten llegar al objetivo. Lo que genera este escepticismo es que las actuales emisiones de CO2 en el mundo son un 52% mayores a las de 1995, año en el que comenzaron los compromisos impulsados por la ONU (Naciones Unidas), para evitar el deterioro climático.


Ha quedado muy lejos el compromiso del Acuerdo de París suscrito en 2015, con el que se pretendía que el aumento de la temperatura mundial no superaría los 2ºC.


Ante este oscuro panorama que se ha visto reflejado durante la última temporada con temperaturas extremas en el hemisferio Norte, que hicieron que varios países como Argelia afrontaran un verano muy caliente, con temperaturas de más de 51ºC, no son muchas las alternativas que se presentan. Más allá de seguir insistiendo que la educación es el único camino posible de hacer entender porque hay que seguir trabajando en la reducción de los niveles de contaminación.


El compromiso de que esto suceda es de todos, tanto de los gobiernos como de los privados. Se está hablando de un problema global que trasciende las fronteras y que de no controlarlo afectará a muchas poblaciones del mundo.