En un régimen democrático, como el que rige en la mayoría de las naciones de basamento republicano se ejerce el poder por mandato mayoritario del pueblo, aunque no todos los ciudadanos se identifican con esos ideales. Es por ello de la necesidad de contrapesos para lograr los equilibrios políticos 
que garanticen el Estado de derecho. 


De lo contrario, manifestar sistemáticamente el descontento atacando las bases democráticas mediante un activismo con maniobras ajenas a la letra y el espíritu constitucional, es la contrapartida de un sistema de gobierno que brinda la utilización de los carriles legislativos y del derecho para marcar diferencias con los rumbos de gobierno, es decir el verdadero papel de la oposición. 


De este manera, toda vez que se propicie un movimiento tendiente a erosionar derechos adquiridos por el camino institucional, a fin de crear un antagonismo social y político sirviéndose del concepto pueblo, y haciendo de este un todo en cada reclamo, significa una afrenta contra la democracia ya que se busca imponer posiciones sectoriales donde el pueblo en su totalidad no está representado. 


Esto no equivale a decir que la crítica no es válida, sino que básicamente todos los conflictos deben estar sujetos a la legalidad, más todavía si son inherentes al desenvolvimiento institucional. Los sectores ideológicos que se movilizan en nombre del pueblo, como si hubiesen recibido un mandato para imponer sus pensamientos políticos, solo hacen prevalecer una militancia que involucra a muchos en acciones sin sustancia democrática, porque es una afrenta a la oposición misma. Estar en desacuerdo y mostrar postulados sin cuestionar el derecho del oponente, es operar democráticamente, ya que una ideología no representa al pueblo. 


Ser oposición es saludable, en cambio, ser enemigo es ser refractario, es el encontrado como mal dispuesto, son los llamados traicioneros, los que van en contra de la misma Constitución Nacional. 
Para dar luz a esta dicotomía es clave, salir de la pobreza, tener una educación fortalecida, apartarse de los mesianismos, garantizar la justicia y movilidad social y realizar finalmente una importante reforma cultural y laboral.