El gran escándalo que estalló hace unos días en Brasil, al detectarse la comercializando en el mercado interno y para exportación de carnes putrefactas, con salmonella o adulterada, obligó a nuestro país, a través del Ministerio de Agroindustria, a implementar estrictos controles de calidad de las partidas que llegan a la Argentina. El temor de las autoridades por el consumo de esa carne en mal estado hizo que las 6.000 toneladas mensuales que se distribuyen en el país comenzaran a ser meticulosamente analizadas por el Senasa, aunque hasta el momento no se ha detectado ningún problema. 


La crisis de la carne de Brasil está vinculada a una mega-maniobra de corrupción y sobornos con la participación de grandes frigoríficos; funcionarios nacionales y hasta miembros del partido gobernante. Se trata de un conflicto por la cual las autoridades brasileñas deberán dar cuentas a la comunidad internacional. Argentina importa desde Brasil carne de cerdo sin hueso, pollo y pavo, todo congelado. 


Devolver la credibilidad y confianza al público consumidor será una tarea complicada. Es probable que las firmas involucradas sufran las consecuencias de la pérdida de mercados, agravando la situación por la que viene atravesando ese país.