Desde el comienzo del presente período de sequía que afecta a la provincia se ha dicho que una de las claves fundamentales para el aprovechamiento hídrico está en la conservación del buen estado de los canales de la red de riego, la que debe ser mantenida con una limpieza adecuada, que por lo general se hace durante el período de monda, y el control de la impermeabilización de los cauces que tienen este tratamiento, para evitar que haya fisuras que provocan pérdidas de agua importantes.

Es de esperar que este año no ocurra lo que aconteció durante el 2023, en que hubo varios períodos de cortes de agua, motivados por la extrema escasez, que no se aprovecharon para tener en óptimo estado la red de canales y que hizo que los trabajos de monda, que generalmente se completan entre junio y agosto, se estuvieran terminando con el período ya casi vencido de una manera que para muchos no fue la más conveniente.

El resultado fue que hubo numerosas quejas por parte de regantes y de las juntas de riego departamentales que advirtieron muchas falencias en los trabajos de monda, tanto en los canales de tierra como en los impermeabilizados.

Ajustar adecuadamente las fechas de inicio de esta labor y no dilatarla en el tiempo es una forma de aprovechar los recursos y realizar una buena tarea que deje conforme a la mayoría y, por sobre todas las cosas, redunde en un mejor aprovechamiento del recurso hídrico.

Otro aspecto a tener en cuenta es el de evitar ensuciar los canales con residuos sólidos urbanos, desde envases de nylon, botellas de plástico y desechos domésticos en general, que suelen ser arrojados como si se tratara de vertederos, sin tener en cuenta el enorme perjuicio que esto ocasiona. En las tareas de limpieza que necesariamente hay que realizar periódicamente -más allá de la monda- en la red de canales primarios como el Céspedes, el Benavides, el canal Tercero de Caucete y en el de 25 de Mayo, se han extraído desde colchones hasta chatarra correspondiente a partes de vehículos, viejas cocinas y gabinetes de heladeras que son arrojados con total impunidad a estos cauces. Esta acción provoca taponamientos e inundaciones con los consecuentes desbordes de agua que se pierde innecesariamente y que afecta las orillas de rutas y caminos.

La importancia de que los 927 kilómetros de canales impermeabilizados y los 506 kilómetros de canales de tierra, como también la extensa red de acequias urbanas y rurales de barrios y villas, estén en óptimas condiciones es que el agua se aproveche de la mejor manera. De acuerdo a los pronósticos, de no mediar alguna situación muy especial que desencadenen numerosas nevadas en la alta cordillera, la próxima temporada se volverá a disponer de poca agua, por lo que su cuidado es fundamental.

Hay que asegurar que toda el agua que se vuelca a la red llegue hasta los tramos finales de la misma con el empuje necesario a fin de garantizar que los "coleros" rieguen en la misma forma que los que están más adelante.