Los gremios aeronáuticos perjudicaron a mucha gente el miércoles pasado al disponer intempestivamente una serie de asambleas, en los dos principales aeropuertos del país, en reclamo de la política oficial vinculada a autorizar la implementación de líneas de bajo costo. La medida provocó la cancelación de vuelos dejando a miles de pasajeros varados. Más allá de que la protesta esté justificada por las desprolijidades con que el gobierno está llevando a cabo el proceso de licitación de las nuevas rutas aéreas, los sindicatos no debieron dejar de tener en cuenta las complicaciones ocasionadas a miles de personas usuarias del servicio de transporte aéreo, que sufrieron la imposibilidad de llegar a destino dentro de lo previsto.
En total fueron 117 los vuelos interrumpidos y 12 mil los pasajeros varados en el Aeroparque Jorge Newbery y en Ezeiza, lo que generó un verdadero caos que hasta ayer no terminaba de regularizarse en su totalidad, ya que hubo mucha gente que tuvo que reprogramar su salida desde Buenos Aires con destino a distintas capitales del interior del país o del exterior.
Lo que se le critica a los sindicatos aeroportuarios es la modalidad de la protesta a través de asambleas realizadas sin previo anuncio y en horarios que de antemano sabían que producirían una gran conmoción entre los pasajeros que quedaron como rehenes en medio de esta disputa con las autoridades de gobierno.
En febrero último la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) aprobó la concesión de 135 rutas aéreas internacionales y domésticas que incluyó las líneas aerocomerciales denominadas de bajo costo. Ahora, desde el Ministerio de Transporte de la Nación se informó que se presentaron nuevos pedidos de siete empresas low cost para la explotación de 503 rutas aerocomerciales de cabotaje e internacionales, lo que desencadenó el reclamo de los gremios aeronáuticos al sostener que no está garantizada la seguridad aérea.
A consecuencia de esta situación, una vez más como ya ha ocurrido en otras oportunidades, hubo gente que debió pernoctar en los aeropuertos, con niños o personas enfermas, que esperaron en condiciones poco apropiadas y por varias horas que los servicios se reanudaran.
