La gesta patriótica del 9 de julio de 1816 es para los argentinos un hecho histórico de gran significación que ha trascendido a través de los años, como un proceso que no ha cesado en su consecución y que sigue su curso hasta ahora, con los mismos principios que lo motivaron originalmente. 


Esto es así, porque la Independencia no es un evento que comienza y termina en un determinado momento de la historia. Es un proceso que comienza y no termina nunca porque las naciones siempre están reivindicando su posición, como estados libres y soberanos.


La celebración de los 204 años de la declaración de la Independencia nacional nos encuentra en uno de los momentos más difíciles de nuestra historia, producto de la pandemia del Covid-19, que ha llegado a trastocar las estructuras básicas de la sociedad con medidas como el confinamiento en los hogares o el cuidado extremo de la higiene, para evitar la propagación del virus.


Al igual que en aquellas históricas jornadas del invierno de 1816, en que delegados de todos los puntos del país viajaban con el sacrificio propio de esa época, para reunirse en Tucumán, hoy vía internet y mediante diversas plataformas que posibilitan las videoconferencias, representantes del gobierno y de diversas entidades civiles siguen debatiendo temas vinculados al futuro del país. Esto demuestra el por qué se debe defender tanto las instancias de diálogo que deben prevalecer entre los distintos sectores, ya que en la práctica es como tener un Congreso de Tucumán, en cada ocasión para solucionar los problemas de la patria.


Se sabe que el país afronta numerosos problemas de diversa índole, difíciles de resolver, y que las provincias son cajas receptoras de estos inconvenientes. Es como si estuviéramos nuevamente en la etapa de la pre-independencia, y que tuviéramos la necesidad de refundar la nación a través de un debate serio e inteligente que contemple todas aquellas urgencias que la Nación necesita resolver.


Estamos en una etapa en la que se requieren altos valores morales y muchas ganas de trabajar por el país. Más allá de la incidencia del coronavirus, hay problemas que son comunes a una época pasada y que requieren soluciones actuales a la luz de los lineamientos que existe para las naciones modernas.


Tenemos la experiencia que nos da la historia y el material humano para avanzar sobre los problemas que más afectan al país. Sólo será necesario inspirarse en los hechos de julio de 1816 y, marcando la diferencia, proyectarlos al presente, con el convencimiento de que cada día contribuiremos a consolidar nuestra nación.