Fue necesario que el humo de los incendios en la zona del Delta del Paraná llegara al AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) para que las autoridades nacionales admitieran que esta catástrofe estaba fuera de control y que no iba a poder ser abordada por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, organismo al que le corresponde velar por las buenas condiciones y calidad del ambiente y que, teóricamente, dispone de todos los medios para terminar con este tipo de fenómenos.

Las causas de lo que está pasando en la Mesopotamia argentina son conocidas: una persistente sequía ocasionada por la faltas de lluvias, humedales que se están secando, pastos secos y una baja histórica del río Paraná, se conjugan para que los incendios provocados por personas inescrupulosas, sin la menor conciencia ambiental, generen estos focos ígneos que están destruyendo buena parte de la flora y la fauna autóctona. Pero el mayor temor radica en que estos incendios pueden recrudecerse en otras regiones y que el país ha dado muestras de que no está preparado para afrontar estas contingencias.

En el caso del Delta del Paraná, la inoperancia oficial por parte del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable hizo necesario que el mismo Presidente de la Nación convocara a las Fuerzas Armadas para controlar la situación, con lo que se ha conseguido mejorar en parte el cuadro, extinguiendo los principales focos e investigando las causas que los originaron.

Actualmente, además de la zona del Delta, en el país hay tres provincias más en las que se han estado combatiendo focos activos de incendios, entre ellas Buenos Aires, San Luis y Catamarca. El temor radica en que con la sequía que afecta a la mayor parte del territorio nacional estos incendios puedan extenderse a provincias vecinas con similares o más graves consecuencias de las registradas hasta ahora.

La zona dañada en el Delta del Paraná abarca, aproximadamente, 95.000 hectáreas, en una zona que es muy proclive al avance del fuego ya que se trata de un lugar donde siempre hubo mucha vegetación.

Cada vez que se origina un nuevo foco de incendio se sabe que la tarea de controlar el fuego es ardua. 

La pobre actuación del ministro de Ambiente, Juan Cabandié ha quedado expuesta ante la convocatoria de las Fuerzas Armadas. El funcionario que, curiosamente permanece en el cargo, no pudo manejar esta situación de emergencia. Toda la estructura que posee el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable no ha sido capaz de detectar los posibles autores de los incendios, lo que muestra un alto grado de inoperancia que no se puede admitir, cuando lo que está en juego es la preservación del ambiente.