Los últimos trabajos de monda realizados por el Departamento de Hidráulica de la provincia no sólo fueron noticia por la demora y el costo que tuvieron, ya que se comenzaron muy tarde y el monto presupuestado alcanzó los 183 millones de pesos. La otra novedad fue que se quintuplicó la cantidad de basura extraída de los cauces y que trasladar una parte del producto de la monda al complejo ambiental Anchipurac, en Rivadavia, tuvo un costo superior a los 13 millones de pesos, el equivalente a una ambulancia hospitalaria o a unas dos viviendas del IPV. Decimos, una parte del producto de la monda porque la gran queja que subsiste es que en varias zonas de la provincia todavía hay montañas de los barros extraídos de los canales, a lo que se suma la basura propia producto de cañaverales cortados y de malezas que crecen a la orilla de los canales. Este panorama es peligroso, ya que toda esa basura seca es proclive a incendiarse y ocasionar grandes pérdidas a los productores. En una nota publicada el jueves último en la columna Realidad de esta misa sección Opinión dimos cuenta de la grave situación en que se encuentran las banquinas de calles muy transitadas de la zona rural de Pocito, en las cercanías del límite con Rawson. En la foto publicada se podía observar que la banquina entre la calle y el canal o el desagüe, según el caso, estaba cubierta de cañas y basura. La falta de limpieza es tal que las calles han quedado reducidas a su mínima expresión sin que nadie se preocupe por acondicionarlas.
Si bien Hidráulica es el organismo encargado de administrar los trabajos de monda, los municipios deben participar por derecho propio, controlando que la tarea se realice en forma eficiente y sino prestando la máxima colaboración para que estos trabajos se realicen de mejor manera. Los municipios son los dueños de casa en su respectivas jurisdicciones, por lo que deben estar atentos e intervenir cuando la limpieza no se hace como corresponde.
La generación de una conciencia ambiental es también una tarea que debe ser encarada por los municipios correspondientes. No se puede tolerar que todos los años haya que sacar de los cauces electrodomésticos en desuso, camas viejas, bicicletas desarmadas y otros tantos productos de la vida diaria que son arrojados a los canales en vez de llevarlos a dónde corresponde. Nadie toma conciencia de que mientras más sucio esté un canal, más costará limpiarlo y dejarlo en condiciones para que el agua circule a la velocidad adecuada, sin posibilidad de contaminar los sitios que tiene como destino esa agua.
Para los próximos años habrá que intensificar las campañas de concientización para hacer entender a la gente que un canal es una pieza básica del sistema de riego, que debe ser cuidada en extremo como patrimonio de nuestra provincia.
