Muchas veces las grandes crisis políticas tienen desenlaces inesperados y en Venezuela asoma un enemigo del régimen con más poder para voltear a Nicolás Maduro que las movilizaciones de la oposición y las presiones internacionales para dejar el poder. El país petrolero sólo produce el 10% de su capacidad y necesita colocar en el mercado los 435.000 barriles diarios que no puede vender a Estados Unidos ni a otros compradores por las sanciones internacionales.


La escasez crónica de combustible se hace sentir y los continuos apagones y escasez de agua en Caracas y en otras zonas es por no alcanzar la generación mínima, además del deterioro de la infraestructura. Esta situación agrava la falta de alimentos, medicinas y otros insumos básicos, la mayoría importados, haciendo más caótica la crisis humanitaria.


Las autoridades venezolanas trabajan contra reloj para triangular algún acuerdo con Turquía y Qatar buscando en alta mar cargueros que permitan el intercambio de petróleo por gasolina, pero la operación enfrenta el veto estadounidense. Rusia y China, dos aliados del chavismo podrían absorber las ofertas, pero Pekín estaría dispuesto a pagar el 20% de los despachos y aceptar el 80% restante como amortización de las deudas venezolanas. La petrolera PDVSA adeuda a China unos 84.000 millones de dólares.


Rusia, por su parte, acepta pagar el 30% del valor del petróleo teniendo en cuenta las enormes cuentas pendientes y la compensación por inversiones estratégicas. También fracasaron las ventas a India, a través de la petrolera Reliance debido a la reacción norteamericana vetando el uso del dólar en las transacciones financieras del Banco Central de Venezuela.


El panorama es desolador. La otrora poderosa industria petrolera local, fuente de la abundancia del pasado, está en ruinas: pasó de producir más de tres millones de barriles diarios a promediar 800.000 actuales, según datos de la OPEP. Sólo el 10% de la producción genera utilidades tras tres años de desinversión, despilfarro y accidentes graves. Las refinerías trabajan al 25% de su capacidad y hasta la semana pasada contaban con provisión de hasta 10 días de nafta y gasoil y para unos 20 días de JP1 de aviación.


La gestión catastrófica del gobierno bolivariano impide beneficiarse con la suba del crudo y tampoco puede importar insumos para las refinerías, además de haber ocasionado una verdadera sangría de cuadros gerenciales y recursos humanos. La corrupción, el despilfarro, las donaciones políticas como a Cuba y de Petrocaribe, echan por el suelo el viejo dicho venezolano: "El petróleo le da de comer al pueblo''.