Lamentablemente, la consigna de que hacen falta más jóvenes participando en política es sólo una frase hecha, ya que en la práctica ha quedado demostrado que es muy poco el espacio que se otorga a los menores de 35 años para que ocupen lugares de relevancia dentro de las listas de candidatos. Para las elecciones legislativas de octubre próximo los postulantes de cada una de las listas que están por debajo de esa edad, no superan el 20%, lo que significa una muy baja representatividad de esa franja etaria.
Es una pena que esto esté sucediendo en una actividad que desde el restablecimiento del régimen democrático, en 1983, viene pregonando la importancia de los jóvenes en la política, sin que se les otorgue el espacio que les corresponde. Mediante artilugios políticos se termina relegándolos a los últimos lugares de las listas de candidatos o espacios sin relevancia dentro de los partidos.
Salvo algunas contadas excepciones, históricamente los jóvenes han sentido la sensación de que se los utiliza dentro de las campañas políticas o de los procesos eleccionarios y que luego, cuando llega el momento de ocupar cargos de importancia, no se los tiene en cuenta.
La escasa presencia de jóvenes en la vida política del país tiene su origen en el histórico poco interés demostrado en una actividad que no los atrae. Las encuestas que periódicamente se hacen para determinar el vínculo entre los jóvenes y la política siempre dan similares resultados: limitado interés y desconocimiento de la vida política. Ese tipo de despreocupación empobrece la vida ciudadana y perjudica las mejores perspectivas de la democracia. Todo esto es aprovechado por las generaciones mayores que, elección tras elección, vuelven a insistir en sus postulaciones. De ahí, también la sensación de ver figuras de la política eternizadas en sus sitios, quitando la posibilidad de que se concrete un cambio generacional.
Nuestra provincia no es ajena a esta situación y, si bien algunas fuerzas políticas locales han intentado colocar algunas figuras jóvenes en sus listas, no se ha logrado revertir el bajo porcentaje de representación.
En función a lo que opina la mayoría de la gente, respecto de la presencia de los jóvenes en cargos electivos o como funcionarios de gobierno, la respuesta apropiada que deben dar los jóvenes es no excluirse sino intervenir, con la convicción de que el país necesita de ellos para mejorar.
