Con los primeros fríos comienza a manifestarse un nuevo ciclo vegetativo y con él la necesidad de recrear los espacios verdes para el hábitat o la producción. Esta verdad de perogrullo pone sobre el tapete la olvidada riqueza forestal de San Juan frustrada en sucesivos intentos para recuperar el árbol en este suelo semidesértico donde la sombra es vital. 


Sin planes sustentables de forestación es imposible recuperar el bosque nativo, como se proyectó alguna vez y tampoco alentar plantaciones para la explotación comercial, como hubo en décadas pasadas. También las esperanzas vecinales para un arbolado público renovado gracias a la dedicación oficial, ahora en manos municipales por una descentralización llena de interrogantes. 


No existen viveros para atender la demanda potencial de especies adaptadas a los rigores climáticos ni un plan coherente de mantenimiento, reforestación y control del patrimonio forestal, según lo determina la ley 5339 de Defensa del Arbolado Público. Esto indica la necesidad de contar con una política de Estado para no seguir improvisando frente a la meta de implantar un millón de ejemplares que alguna vez se proyectó.