Todo año electoral en crisis cíclicas que plantean incertidumbre en las políticas macroeconómicas y su incidencia en la población, tienen interrogantes difíciles de responder cuando todos los sectores de la vida nacional buscan una salida para encontrar el camino del crecimiento. A diferencia del año pasado, ahora existen hechos que marcan una recuperación.

El ejemplo lo da el campo, con cosechas récord para ubicar principalmente en los mercados externos, previéndose un aumento del 21% en el ingreso de divisas por las ventas de soja y del 27% del maíz con respecto a 2018, tras la severa sequía. Con una cosecha de 130 millones de toneladas, solamente el agro generará 28.500 millones de dólares en granos, en tanto la ganadería vuelve a ubicarse entre los cinco mayores exportadores del mundo.

Si bien existe un estancamiento en la demanda global de carne, los compromisos de las ventas argentinas ya superan el 16% sobre el año pasado, con un volumen de 600.000 toneladas, según informes del sector. Esto se explica en gran medida por las ventas al mercado chino que podrían concentrar hasta un 60% del volumen exportado.

El vuelco para abastecer de carne al gigante asiático es un hito trascendente. Las autoridades de Pekín aprobaron la habilitación de 28 establecimientos argentinos para el envío de carne, a lo que se sumó una planta de almacenamiento en frío y otra avícola, a las ventas anteriores de cortes deshuesados congelados. Esto implicaría un crecimiento del 120% en los envíos de este año de la agroindustria.

En la minería también se vislumbra un crecimiento después de una recomposición financiera por la nueva aplicación de retenciones. Son 850 empresas, más del 90% son pymes que concentran el 40% del empleo del sector, con el 60% de la ocupación más las grandes compañías radicadas en el país, involucrando a unos 81.000 puestos de trabajo directo e indirecto, es decir de proveedoras de insumos y servicios.

El panorama, luego del cambio en las políticas macroeconómicas se observa con optimismo. Se espera que con un tipo de cambio controlado las tasas comiencen a reducirse y que continúe la tendencia de baja de la inflación. Además se proyecta un sobre cumplimiento de las metas de déficit primario y financiero lo que determinará una menor necesidad de financiamiento externo. No obstante, el principal problema a resolver es la pérdida del poder adquisitivo del salario real que impacta en el consumo interno.