La situación del oratorio de la Difunta Correa, ubicado en Vallecito, se ha tornado insostenible para los comerciantes y lugareños que viven de los promesantes y turistas de paso, por mantenerse cerrado el lugar de visitas al cabo de 9 meses por el aislamiento sanitario impuesto por la pandemia. Tanto la hostería como la veintena de comercios establecidos para atender al público, que es multitudinario en fechas claves durante el año, soportan un quebranto incalculable y algunos sobreviven con las ventas de artículos de primera necesidad a los vecinos.

Durante la cuarentena, y como ha ocurrido en numerosas actividades con mucha concurrencia de público, el cierre del lugar estaba plenamente justificado por la cercanía de la gente en su peregrinaje de fe, pero todo ha seguido igual con la flexibilización del resto de actividades con fines de recreación, a partir del turismo interno, con los protocolos, controles de circulación y cupos de asistentes según sean ventas o servicios.

La hostería del paraje, también inactiva, ha sufrido robos al igual que varios comerciantes, pérdidas que se suman a las mercaderías vencidas por falta de ventas. Los afectados han recibido ayuda estatal como paliativo y deberán reintegrarla, pero nada puede remediar si no es con la vuelta de los promesantes como medio de vida. Debe recordarse que la Difunta Correa trasciende con una convocatoria a fieles del resto del país y del exterior.

La fidelidad del devoto a Deolinda Correa es tan firme que no interrumpe sus tradiciones y busca explayarse en otros sitios que la recuerden. Es el caso del mural pintado en calle San Luis, entre Aberastain y Jujuy, en nuestra ciudad, que muestra el paso de promesantes que dejan junto a la imagen las tradicionales botellas de agua y algunos recuerdos de favores recibidos. Este oratorio improvisado puede motivar a establecer otros lugares de recogimiento, desvirtuándose el polo turístico de Vallecito.

Es de esperar que las autoridades de Turismo den el visto bueno para rehabilitar el oratorio caucetero una vez cumplidos con todos los resguardos sanitarios, incluso con cupos de promesantes si fuese necesario, imponiendo restricciones similares a las dictadas para lugares concurridos. La Difunta Correa para muchos fieles foráneos es San Juan, una imagen que bien vale la atención gubernamental.