La expresión de deseo "año nuevo vida nueva", que se renueva con saludos de felicidad a esta altura del calendario, parece no tener sentido ante los acontecimientos que siguieron convulsionado a la humanidad en los últimos 12 meses. Más todavía si la mirada se proyecta sobre la pesada carga social que va a costar enormes esfuerzos superarla. En nuestra historia las crisis económicas son cíclicas y la sociedad sigue confiando en la clase gobernante para salir de la encrucijada asistiendo a los más desprotegidos.


Hemos vivido una Navidad en paz y con la esperanza de mirar al futuro con optimismo por el afecto, la comprensión y la solidaridad a favor de los que menos tienen, dejando de lado los enfrentamientos circunstanciales impulsados por posiciones antagónicas. Parecería que el reencuentro de los argentinos está cerca, ya que la apertura de los corazones se viene manifestando con hechos positivos.


El calendario gregoriano que marca el implacable paso del tiempo en el mundo desde 1582 es solo una herramienta convencional para ordenar nuestros días. Nada señala que haya un antes y un después de cada 12 meses, pero es trascendente conocer con el paso del tiempo que la evolución que la humanidad es cada vez mejor y con mayores expectativas de vida, aunque los titulares diarios sobre la extrema violencia, la inseguridad, el hambre y las desigualdades sociales nublen las cifras del desarrollo.


A pesar de que una minoría de la población mundial tiene la mayor parte de la riqueza, mientras el 10% sobrevive con menos de dos dólares diarios, la pobreza extrema sigue bajando: pasó del 36% a principio de siglo al 9% en 2018 y no para de bajar, según el Banco Mundial. De la misma manera la expectativa de vida aumentó en ese lapso 6 años en las naciones desarrolladas y emergentes y 10 años en África por la notable caída de la mortalidad infantil. Nigeria lleva tres años sin casos de poliomielitis, por ejemplo.


De igual forma la Unesco señala que el mundo está más educado, el analfabetismo cayó del 44% al 15% en los últimos 30 años y hay más respeto por los derechos soberanos con nuevas democracias. Por primera vez el voto popular eligió a los gobiernos de Myanmar, Armenia, Burkina Faso y Malasia, observa la ONU. Y los conflictos armados se han minimizado a cifras sin precedentes quedando la amenaza terrorista como objetivo a combatir.


Son ejemplos para el balance de un 2019 vertiginoso y conflictivo, frente a una naturaleza que sigue devastándose por los beneficios económicos desmedidos. Hay mucho por solucionar, pero pensemos en positivo deseándonos un ¡feliz Año Nuevo!