Expertos en asuntos internacionales coincidieron en señalar que el año que acaba de finalizar puede denominarse como el de los referendos, al haber sido uno de los períodos en los que más se acudió a este recurso para definir aspectos institucionales en distintos países.

Los participantes tuvieron la posibilidad de rechazar el acuerdo de paz en Colombia; lograron separar al Reino Unido de la Unión Europea; aprobaron la constitución tailandesa que restringe la democracia y respaldaron, en Hungría, un proyecto del gobierno para restringir la entrada de refugiados, aunque en este último caso sin la participación necesaria para alcanzar un resultado válido.

En cada uno de estos casos los votantes escogieron lo contrario a lo que esperaban sus gobiernos, afectando intereses y derechos, y dando lugar al inicio de graves crisis políticas.

Esto ha contribuido para que la mayoría de los politólogos coincidan en manifestar que los referendos son "desastrosos y peligrosos'', además de que "casi nunca son una buena idea'' y que en ocasiones resultan "inútiles y peligrosos''. Pocos están de acuerdo con este sistema para definir asuntos institucionales o decisiones trascendentales para un país.

Un informe del diario norteamericano New York Time, reveló que aunque esos votos se presentan como decisión popular en su forma más pura, varios estudios han encontrado que a menudo subvierten la democracia en vez de avanzarla. Tienden a ser volátiles y no solo dependen de los méritos de la decisión, sino también de giros políticos o incluso, como pasó en Colombia, del clima.

Los votantes deben tomar sus decisiones con relativamente poca información, lo cual los obliga a depender de los mensajes políticos. Eso es lo que les da poder a las élites políticas y no a los votantes.

Expertos en economía del Reino Unidos, después del Brexit, manifestaron que la idea de que cualquier decisión que se toma en cualquier momento mediante el mandato de la mayoría necesariamente es democrática es "una perversión'' del término. Aseguraron que eso no es democracia, sino una ruleta rusa para las repúblicas.