A excepción de Ischigualasto, reserva paleontológica conocida a nivel mundial, la provincia de San Juan posee otros tantos sitios en los que en los últimos años se han producido descubrimientos paleontológicos, de arte rupestre y de objetos y costumbres ancestrales de gran importancia que no están debidamente protegidos ni aprovechados como recursos turísticos ni para otros objetivos de interés público.
La lista es larga pero por mencionar solo algunos nos referiremos a los petroglifos del Baño del Indio, en las serranías del Pie de Palo, en el límite entre San Martín y Caucete que es, tal vez, uno de los hallazgos más antiguos pero menos desarrollado como sitio turístico ya que ni siquiera existe una vía de acceso en buenas condiciones para visitarlos. Por otra parte tenemos el sistema geológico denominado Formación Baldes de Leyes que forma parte de la cuenca Marayes-El Carrizal correlacionada a la vez con la cuenca de Ischigualasto-Villa Unión, reservas paleontológicas únicas en su tipo. La de Baldes de Leyes, descubierta hace unos dos años, a la vez que sigue siendo investigada por profesionales paleontólogos está intentando ser preservada ante posible daños pero es muy poco lo que se ha avanzado en la generación de un proyecto general que contemple su protección y explotación como sitio turístico-científico.
También están los petroglifos del Cerro Blanco en Zonda vinculados a poblaciones que habitaron San Juan cerca del año 650 d.C., que después de su descubrimiento y las acciones para evitar que fueran dañados, no se les ha dado la trascendencia que realmente poseen. De la misma manera en los departamentos Calingasta, Iglesia y Jáchal, en las últimas décadas hubo numerosos descubrimientos de artesanía y arte rupestre de antiguas poblaciones que han tenido distintos destinos, en algunos casos particulares, pero que no conforman un inventario que pueda estar a disposición dentro de una agenda turística o de sitios recomendados para visitar.
De esta forma llegamos al descubrimiento de hace unos días de los geoglifos de Zonda, en las inmediaciones de Punta Negra, considerados por la comunidad científica como un tesoro arqueológico. A pesar del tiempo transcurrido desde su origen y de la actividad humana por la zona, estas representaciones no habían sido reportadas oficialmente por lo que recientemente se ha hecho su reconocimiento para incluir la zona dentro de los alcances de la ley 25.743 de protección del patrimonio arqueológico y paleontológico. Al igual que el resto de los hallazgos sería conveniente acompañar los estudios pertinentes con el desarrollo de proyectos que contemplen el acceso de la gente, como se hace en otras partes del mundo.
