Como si la Argentina no tuviera suficientes problemas internos para resolver a la brevedad, con el objeto de salir de la complicada situación en que se encuentra, también debe estar pendiente de los hechos que están ocurriendo en todo el mundo, cuyas repercusiones terminan incidiendo, de una u otra forma, en la vapuleada economía local.


En el transcurso del último año de gestión del gobierno saliente, EEUU y China iniciaron una guerra comercial por el arancelamiento de importaciones que hasta el momento no se ha resuelto, y que afecta a todas las transacciones a nivel global, condicionando operaciones comerciales en un contexto externo que no es muy favorable. También en este período se tuvo que hacer frente al convulsionado panorama de los países latinoamericanos que se caracterizó por las manifestaciones populares en reclamo de la desigualdad económica y social, reclamos que perduran hasta ahora en países como Chile, Venezuela, Bolivia, República Dominicana y Colombia, con incidencia económica y social en nuestro país.


La resolución del Brexit, es otro de los temas que preocuparon por sus implicancias. La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, prevé una transformación económica de grandes dimensiones que tendrá repercusiones en todo el mundo.


Por otra parte el acuerdo Mercosur-Unión Europea mantiene en vilo a los impulsores de una de las alianzas interbloques de mayor trascendencia. Todo el avance conseguido en las últimas cumbres del G-20 está sujeto a nuevas disposiciones que están haciendo muy lento el trámite, en busca de iniciar los intercambios comerciales.


Y como si todo esto fuera poco, en el inicio de año la muerte del líder iraní Qassem Soleimani, aportó un nuevo ingrediente a una situación que se presenta cada vez más conflictiva, El fallecimiento del general iraní ha desencadenado una serie de repercusiones en los mercados con subas en los precios del petróleo del orden del 1% y del oro que operaba cerca de máximos de siete años, con todo lo que ésto representa para la economía mundial. La cotización del dólar en nuestro país, como de otras monedas en el mundo, se mantiene expectante, y no se descarta que haya productos que exporta la Argentina que sufran las consecuencias de este conflicto bélico en ciernes, como está ocurriendo con el precio de la soja, que después de un período de crecimiento, después del 2 de enero se derrumbó notablemente como un presagio negativo de lo que puede provocar una guerra.


La Argentina tendrá que seguir la evolución de estos focos de conflicto, para darle a cada uno una lectura correcta que la ayude a contrarrestar los efectos negativos, que la pueden perjudicar.