Las acciones de cada país para luchar contra la crisis climática mundial deben concretarse de inmediato frente a la gravedad de la concentración de dióxido de carbono, que ahora es la más alta desde hace tres millones de años de acuerdo a los registros obtenidos en las investigaciones científicas. Los compromisos de los estados plasmados en la Cumbre de París han quedado como meros enunciados de buenos propósitos porque se agranda la brecha la brecha entre lo que se debe hacer y lo que se está haciendo.


En vísperas de la Cumbre de Madrid, convocada para el lunes venidero, tras la renuncia de Chile como sede por los acontecimientos en la nación trasandina, el Departamento de Medio Ambiente de las Naciones Unidas ha publicado su informe anual con una advertencia contundente: si se quiere cumplir con la meta más ambiciosa del Acuerdo de París, se deben multiplicar por cinco las obras pactadas en 2015.


Concretamente, a partir del año que viene se necesitarán reducciones anuales del 7,6% para cumplir la meta del grado y medio de enfriamiento global, ya que al no comenzar en 2010 a reducir las emisiones peligrosas implica que ahora se necesiten bajadas más pronunciadas. Es más, en 2018 esas emisiones volvieron a aumentar al relajarse el accionar de China, el mayor contaminante del mundo, la salida del Pacto de Estados Unidos y el freno a proyectos de energías sustentables de otros países, como México.


Sólo las naciones del G20, entre ellas la Argentina, acumulan el 78% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero y de ese grupo solo cinco se han comprometido a fijarse un objetivo a largo plazo de cero emisiones en 2050, caso de Francia, Alemania, Italia y España. En tanto se han sumado a los estragos atmosféricos otros elementos que se deben considerar como tales.


Por ejemplo la OMS indica que la contaminación causa 7 millones de muertes anuales en el mundo porque 9 de cada 10 personas respiran aire insalubre generador de cardiopatías, ACV, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y cáncer pulmonar. También se conocen diagnósticos inherentes al hábitat como que el 75% de la Península Ibérica está en peligro de desertificación por una sequía que azota en ese porcentaje a la región que ya puede considerar desierto según estudios de Greenpeace.


La celebración de la XXV Cumbre del Clima de Madrid, del 2 al 13 de diciembre venidero, debe dejar de ser un encuentro diplomático para transformarse en ejecutivo, poniendo todas las cartas sobre la mesa o la vida en el planeta tendrá los días contados.