Si no para la deforestación, Argentina quedará sin este patrimonio natural en los próximos 70 años, por lo que es necesario modificar urgente la ley de protección.
La tasa de deforestación en la Argentina no se frenó ni con la inactividad impuesta por la pandemia y el aislamiento social. Durante este período se arrasaron 400 mil hectáreas de bosques nativos, 300 mil por incendios forestales y 100 mil por la tala incontenible del bosque nativo, según informó el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación a la reciente asamblea del Consejo Federal de Medio Ambiente.
Juan Cabandié lamentó que todavía no se haya tipificado en el Código Penal el delito ambiental, lo que a él lo avergüenza como Nación por lo que uno de los temas prioritarios es trabajar imperiosamente en la mejora de la ley de bosques nativos para evitar lo que pasó el año pasado. Y pronosticó que de seguir a actual ritmo de devastación dentro de 70 años el país se quedará sin bosques nativos.
Es importante que un funcionario nacional haya confirmado las continuas denuncias de las entidades ecologistas y de los medios de comunicación a los reiterados atropellos al patrimonio forestal, particularmente en el norte del país, donde los gobiernos provinciales autorizan la tala de cupos de hectáreas de bosques en áreas protegidas, para emprendimientos agropecuarios y forestales.
A fines de 2007 se sancionó la ley 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos pero se reglamentó dos años después por el reiterado reclamo de más de 70 organizaciones sociales ante una dejadez política condenable. La norma establece que las provincias deben realizar el ordenamiento territorial de sus bosques nativos con una categorización desde la conservación al uso sustentable.
Sin embargo quienes debían velar por ese patrimonio de la humanidad lo han manejado caprichosamente, violando áreas de muy alto valor de conservación que no deben desmontarse ni utilizarse para la extracción de madera ni otros recursos. Es decir, el bosque nativo debe mantenerse como tal para siempre en las reservas naturales y sus espacios circundantes con valores biológicos sobresalientes, incluyendo la protección de cuencas hídricas de importancia desde las nacientes ríos y arroyos.
Tampoco se respeta la ley en los sectores de alto o medio valor de conservación, que si están degradados se pueden restaurar para el aprovechamiento sostenible, el turismo, o la investigación científica. Se debe crear conciencia de la gran variedad de ecosistemas que albergan desde las selvas subtropicales en el Norte hasta los bosques de la Patagonia austral.