Hasta hace unos días sumaban casi 700 las denuncias que daban cuenta de que hay taxistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que se autodenominan "caza Uber", porque interceptan a los choferes que trabajan para la aplicación con el objeto de intimidarlos y provocarles daños en los automóviles que utilizan para prestar el servicio de traslado de pasajeros. Más allá del enojo que a los taxistas les pueda provocar la presencia en las calles de la gente que trabaja mediante el sistema Uber, no se puede admitir que la violencia sea el método para dirimir diferencias y tratar de combatir una modalidad que se está utilizando en todo el mundo.


Los taxistas haciendo ostentación de un derecho ganado desde hace tiempo y de una fuerza otorgada por una organización sindical que utiliza diversos métodos intimidatorios, está llegando a niveles muy peligrosos que están convirtiendo a las calles de la Ciudad de Buenos Aires en un verdadero campo de batalla, donde las agresiones son moneda corriente.


Ejercer violencia para tratar de dirimir posiciones nunca ha sido el camino ideal para terminar con esos conflictos. Hay que dejar en manos de las instituciones correspondientes la resolución de estas disputas.