Más allá de las pérdidas humanas que totalizan 24 personas -un hecho realmente lamentable y doloroso-, la destrucción de 1.400 hogares y la devastación de más de seis millones de hectáreas, los focos de incendios en el sudeste de Australia, que el viernes se reavivaron, cuando se creía que estaban controlados, han arrasado con una fauna que en algunos casos es única en el planeta. Según las primeras estimaciones cientos de millones de animales forman parte de una de las devastaciones más grandes de esta era, que ha llevado a muchos especialistas a calificarla como un auténtico "apocalipsis biológico".


Se sabe que la fauna en Australia ya estaba bajo amenaza antes de los incendios, por la acción de los propios humanos que en las últimas décadas modificaron considerablemente el entorno mediante el mal manejo del desarrollo de actividades agroindustriales. Pero los últimos incendios, atribuibles al cambio climático, con elevadas temperaturas y una notoria sequía, fueron determinantes para acabar con poblaciones completas de animales.


Imágenes desgarradoras que dieron la vuelta al mundo de koalas carbonizados, canguros con sus extremidades quemadas y la de otros animales menos conocidas para nosotros, también afectados por el fuego, generaron acciones piadosas por parte de la comunidad internacional. De todas partes se registró el envío de mantas para cubrir los koalas, alimentos para los canguros y otros elementos para la tarea de protección y recuperación de muchos animales salvados de las llamas.


Cuando se habla de estimaciones de animales muertos es porque resulta muy difícil -por no decir imposible- establecer un número preciso. El acceso restringido a las áreas afectadas y la dificultad de documentar cada una de las muertes, complican la evaluación de los daños.


No obstante, sin tener esa precisión, la mayoría de los científicos consultados y las informaciones que trascendieron por todos los medios a nivel mundial, coinciden en señalar que la devastación es inmensa.


Más allá de las causas en particular de estos incendios, todas las naciones del mundo deben capitalizar esta experiencia a fin de estar preparados ante contingencias similares. El conocimiento en profundidad de la geografía de cada región y una adecuada determinación de las áreas distinguiendo los bosques naturales, las zonas para cultivo y los lugares donde promover asentamientos de las poblaciones, pueden ayudar a evitar que este tipo de incendios se propaguen evitando pérdidas humanas o como en este caso una fauna autóctona que será muy difícil recuperar.