La situación que se plantea cada año al comienzo del ciclo lectivo, por las discusiones remunerativas y la estrategia sindical de tomar a los alumnos de rehenes para no iniciar las clases, es un viejo chantaje dentro de la estructura educativa. Se deben separar los condicionamientos para entender mejor esta crisis integral. 


En principio, el docente debe tener un sueldo digno y eso está fuera de toda discusión, pero también está la calidad de la enseñanza, que viene en caída libre a pesar de que la Argentina es uno de los países que más invierte en educación lo que está indicando una mala gestión operativa. Los resultados de las pruebas internacionales PISA de alumnos secundarios son frustrantes desde la última década.  


Y finalmente el papel de los sindicatos del sector, extremadamente politizados al punto de que el principal referente, Roberto Baradel, titular del gremio bonaerense, ha quedado atrapado en un año electoral y se muestra duro como kirchnerista de perfil subversivo, dispuesto a generar tensión social. 


La CTERA, central nacional, sólo disciplina con paros a las filiales, como en nuestro caso UDAP, aunque ahora ni siquiera hizo una declaración en ese sentido, sino siguió detrás de Baradel tras la paritaria nacional que demandan. 


El ministro Esteban Bullrich fue claro al señalar que la Nación asigna los recursos y ordena un piso salarial, pero cada distrito negocia las condiciones laborales con sus docentes, tal el pedido de la mayoría de los gobernadores. Por eso en ocho provincias se han alcanzado acuerdos y esto demuestra una responsabilidad negociadora gracias al diálogo entre las partes, situación muy diferente al caso bonaerense donde se juegan intereses espurios y por eso el conflicto debe mirarse desde una perspectiva política. 


Iguales internas se están jugando en otras centrales sindicales, anteponiendo supuestas reivindicaciones laborales. Pero de la formación docente, la carrera y la calidad educativa nadie habla. 


En medio de la encrucijada del incierto comienzo de las clases en los establecimientos de todo el país, los chicos reciben como única enseñanza la que les llega desde los medios y las manifestaciones del activismo sindical: la extorsión es una forma efectiva para lograr las cosas.