Todos pensaban que el debate presidencial que se realizó el domingo último desde la ciudad de Santiago del Estero iba a permitir ver a los candidatos haciendo propuestas de gobierno claras y concretas, pero fue todo lo contrario. Más allá de plantear algunas críticas que sólo sirvieron para promover descalificaciones entre adversarios, los enfrentamientos en cierta forma fueron medidos y es una realidad, como opinó la mayoría de los analistas políticos, que no hubo ganadores ni perdedores. Sólo unos pocos se animaron a decir que determinado candidato fue mejor que otro; que llegó con su mensaje mejor a la gente o que ganó el debate, sin considerar que todos estuvieron en un plano de igualdad.
La primera ronda de debate entre Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio); Myriam Bregman (Frente de Izquierda y de los Trabajadores); Javier Milei (La Libertad Avanza); Sergio Massa (Unión por la Patria) y Juan Schiaretti (Hacemos por Nuestro País) -el próximo domingo 8 de octubre tendrá lugar en Buenos Aires la segunda parte- servirá para que los candidatos completen la discusión iniciada sobre los temas ejes de su campaña electoral, tratando de persuadir a los votantes.
En esta primera ocasión los postulantes al Sillón de Rivadavia se mostraron cautos y muy ajustados a un libreto que les impidió ser espontáneos y manifestarse como se habían venido expresando hasta ahora. Sólo algunos cruces motivados por situaciones ya conocidas agitaron un poco el panorama, pero no alcanzó para que delinearan las futuras acciones de gobierno ni la manera en la que van a intentar solucionar los graves problemas del país.
Bullrich, quien fue la que más confrontó con sus pares, utilizó un lenguaje muy vulgar y no llegó a darle nivel a sus cuestionamientos. Por otra parte, Bregman no se salió de su libreto y se dedicó a cuestionar a todos sus contrincantes sin propuestas que no sean las que son propias de la izquierda.
Milei, que intentó destacarse en el bloque económico, no tuvo la vehemencia que lo suele caracterizar y eso hizo que, más allá de algunos cruces, no brillara en toda su dimensión. Por su parte, Massa intentó mantenerse en una línea que no lo afectara mucho, en relación a que era el candidato con más posibilidades de ser cuestionado. En todo momento se mostró alejado de la actual administración a pesar de su rol como funcionario.
Por último Schiaretti, desde su posición como gobernante de Córdoba, se limitó a exponer su propuesta de gobierno basándose en todo lo que ha realizado en la provincia mediterránea, sin involucrarse demasiado en la disputa planteada por los otros postulantes.
Una primera ronda que no dejó mucho, pero que se espera haya servido de base para que en el encuentro próximo surjan algunas definiciones que ayuden al electorado a definir su voto, en base a posibilidades claras de soluciones a los grandes problemas que tenemos los argentinos.
