El foro para el Progreso de América del Sur (Prosur) reunido en Santiago de Chile, días atrás, propicia un nuevo enfoque subcontinental para perfeccionar un mecanismo de integración regional destinado a sustituir al politizado e inoperante grupo de la Unasur, desvirtuado por el fracasado "socialismo del siglo XXI'' impulsado por Hugo Chávez. Sin que la declaración constitutiva lo mencione, los observadores estiman que puede ser una instancia para darle un giro institucional al alicaído Mercado Común del Sur (Mercosur).


El Prosur ha tenido un entusiasta consenso de los presidentes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú, más el embajador de Guyana en Chile, dando forma a la iniciativa que tuvieron el año pasado los presidentes Sebastián Piñera e Iván Duque, de Chile y Colombia, respectivamente. Esto para reemplazar al modelo de propaganda política de los regímenes populistas que ganaban protagonismo en América latina, desvirtuándose las bases fundacionales.


Por otra parte debe recordarse el encuentro que mantuvieron en Brasilia los presidentes Jair Bolsonaro y Mauricio Macri donde se habló de reconstruir el Mercosur, con una flexibilidad que permita avanzar hacia una zona de libre comercio posibilitando a cada uno de los socios (Argentina. Brasil, Paraguay y Uruguay) cerrar acuerdos bilaterales por afuera del bloque, sin que este pierda su esencia y, por el contrario, se revitalice.


Es que el Mercosur es un fósil institucional por las limitaciones burocráticas y la ausencia de lineamientos operativos para transformar a la alianza en un bloque geopolítico ajustado a la inestable agenda global del siglo XXI. Todavía, tras décadas de intentos, no puede alcanzar acuerdos que se vienen postergando como es la relación con la Unión Europea a pesar del comercio activo de los diferentes países sudamericanos con el viejo continente.


El Prosur tiene objetivos ambiciosos pero debe conciliarlos con organismos multilaterales que también integran los socios de la nueva organización, como la Alianza del Pacífico, el Grupo Lima, la OEA y el propio Mercosur, entre otros con agenda propia, que en la práctica tienen superposición de planes regionales, objetivos políticos, y proyectos incumplidos.


La crisis de Venezuela es otro escollo en las relaciones exteriores en el Cono Sur y muchos propósitos del nuevo foro deberán esperar la salida de Nicolás Maduro para ir hacia una transición democrática que posibilite la transformación regional buscada.