Desde su anuncio oficial, el primer paro nacional al gobierno de Mauricio Macri que cumplió el jueves la CGT no tuvo la contundente aceptación de la ciudadanía. Su fecha fue obligada a establecerse y los motivos, más allá de las dificultades propias por las que atraviesa la Nación, no eran demasiado convincentes. El resultado fue el que se suponía: una adhesión media que estuvo mas alentada por la falta de transporte que por la convicción de no salir a trabajar.

De todas maneras, la huelga sirvió para demostrar que muchas cosas están cambiando en el país, entre ellas la manera de expresarse de la gente; el repudio a los actos de violencia y patoterismo, y la determinación de contribuir con el desarrollo del país a través del trabajo, sin dejar de reconocer que hay aspectos a mejorar especialmente en lo social y económico.

También quedó demostrado que hay una toma de conciencia de la necesidad de desterrar las viejas prácticas de reclamo a través de los paros, con el convencimiento de que ya no son la vía apropiada para demostrar disconformidad o exigir a las autoridades el cambio de políticas de gobierno.

La implementación por primera vez, después de su aprobación el año pasado, del protocolo contra los piquetes, ante la presencia en los alrededores de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de grupos de izquierda que intentaron provocar disturbios, será un hecho distintivo de este paro. Marcará un antes y un después, en la forma de actuar del gobierno para evitar los cortes de los principales accesos a esa ciudad.

El debut del protocolo fue exitoso en cuanto al objetivo de las fuerzas de seguridad de disuadir a los manifestantes, con unos pocos heridos leves y una media docena de detenidos, que fueron liberados al poco tiempo.

Por lo demás, el paro dejó numerosas anécdotas tanto en la Capital como en las provincias, de gente que decidió ir a trabajar como la que no pudo llegar a sus empleos. En San Juan, donde el comportamiento fue similar al resto del país, no se percibió un ambiente de paro total, al desarrollarse la mayoría de las actividades en forma normal. Otra muestra de que la gente no estuvo de acuerdo con una huelga forzada y sin razones valederas, orquestada por el sindicalismo.