Un amplio sector del aparato sindical y de los movimientos combativos de izquierda ha ganado la calle paralizando la vida activa de los argentinos, además de declarar paros puntuales que responden a estrategias gremiales y políticas. Las cúpulas, bien conocidas porque llevan años encabezando movilizaciones, invocan una representatividad jamás otorgada por la inmensa mayoría del pueblo trabajador.


El "piqueterismo'', que irrumpió en la última década cortando calles con reclamos destinados a influir en las políticas públicas, ha logrado nuclear y organizar en el espacio público a pobres y marginados dependientes de planes asistenciales. Los referentes barriales, surgidos del conurbano bonaerense y agrupaciones son de clara la posición de la izquierda revolucionaria maoísta, del trotskismo, y del sector peronista que busca un modelo de Estado nacional y popular.


En todos los casos, este activismo se escuda en una supuesta demanda social que no es tal si se tiene en cuenta el malestar general de la gente por la obstrucción de la vía pública, o impedir la circulación del transporte y otros servicios esenciales. El modelo se extiende penetrando en las universidades y colegios tomados, y se refleja en el accionar de los sindicatos combativos.


En todos los casos los cabecillas se refieren a las "bases" que dicen defender, pero la realidad pone al descubierto sus intenciones. Se observó en el reciente paro docente en San Juan, acatado por menos del 20% de los maestros. Sin embargo UDAP lo declaró en un plenario de delegados que supuestamente llevaron avales en favor de la medida de fuerza, aunque después la alta asistencia a clase reveló una decisión arbitraria de la entidad.


En este contexto de piqueterismo, movimientos de base y sindicalismo combativo, existe el común denominador de un plan sistemático contra el sistema institucional. Utilizan muchos recursos para montar movilizaciones, ollas populares y un aparato propagandístico para llamar la atención mediática.


Es que la izquierda combativa no cree en la democracia -en las últimas elecciones captó sólo al 10% del electorado- y por ello busca la toma del poder a través de la conmoción social, incentivando la "grieta''. Se deben recatar las palabras del gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey sobre el papel de la oposición: "Tirando piedras no se consigue nada para el pueblo, con el diálogo sí.''