En un país donde la falta de respeto a los presidentes de la Nación es habitual, o se desconoce la autoridad policial o la de un maestro al frente del aula, lo peor es ser indiferentes a que esas conductas continúen inalterables como si fueran un distintivo de nuestra sociedad o muestra de libertad.

Los adultos deben ser un más responsables ante el comportamiento de los jóvenes y marcarles líneas de conducta que los conduzcan a convertirse en los hombres y mujeres para una mejor convivencia.

No se puede admitir que haya jóvenes que además de no contribuir al diálogo, se pasen el día criticando a las instituciones o insultando a las máximas autoridades con el solo argumento de ejercer una oposición, pero sin contribuir en nada a mejorar las condiciones del país. Hay que tomar de una vez por todas "el toro por las astas”, sin resignarse a la conducta juvenil irreverente.

El ejemplo que dio a todo el mundo el presidente de Francia, Emanuel Macron, en ocasión de reprender a un joven que le dijo "¿Qué hacés, Manu?” en medio de un festejo oficial, sirve para advertir que hay que ser responsable al momento de tener que llamar las cosas por su nombre. Es decir, frenar a quien quiera faltar el respeto a personas mayores o que cumplen una determinada tarea dentro de la estructura de gobierno o como miembro de la comunidad.

Los jóvenes son muy astutos y reconocen cuando se están pasando de la raya, pero si nadie se los dice continúan en ese sentido porque ven que no tienen límites. Es ese el momento, como hizo Macron sin ningún temor a quedar en el ridículo, hay que hacer el llamado de atención y advertir las consecuencias que esto puede traer. El presidente galo le dijo al joven: "no te confundas… estás en una ceremonia oficial, así que te comportas como debe ser. Te podés hacer el imbécil pero hoy hay que cantar La Marsellesa… A mí me llamas "señor presidente de la república” o "señor”, ¿dale?”.

Sin duda hay que tener una gran determinación para hacer lo que hecho Macron, pero es la única forma de que ese joven se ubique con quien está hablando y que internalice un cambio que posteriormente le servirá para toda la vida.

Más allá de que ciertos funcionarios no transmitan una imagen confiable, esto no debe ser motivo para faltarle el respeto por sobre todas las cosas.