De un tiempo a esta parte cuando se habla de la remodelación de una plaza o espacio verde en nuestra provincia lo primero que surge es conocer cuántos árboles serán erradicados o talados. La falta de conciencia sobre la importancia que tienen el arbolado público, especialmente de aquellos árboles centenarios que forman parte del patrimonio cultural de cada sitio donde se encuentran, es lo que lleva a que no haya la mínima consideración por tratar de preservar esos ejemplares que necesitaron numerosas décadas para crecer y desarrollarse. 


La obra iniciada la semana pasada por la Municipalidad de Iglesia en la Plaza San Martín del distrito Las Flores, que prevé la erradicación de 8 ejemplares entre varios pinos, álamos plateados, un olmo y un eucalipto, es un claro ejemplo de esa falta de conciencia que lleva a priorizar en un ámbito que no es el ideal una explanada desértica a cambio de talar un pequeño bosque muy vinculado a la historia de la localidad y a un paisaje que, precisamente, lo conforman esos árboles que pretenden ser erradicados, quitándole verde a lo que se supone que es un paseo público en uno de los oasis cordilleranos. 


La absurda decisión municipal de avanzar con esta tala ha recibido el rechazo de la mayoría de los vecinos más antiguos de la zona, quienes han advertido que este proyecto de remodelación avasalla el sentir de la población que no está en contra de que se mejore el estado de la plaza pero sin tener que sacrificar árboles que fueron plantados hace más de cien años por los mismos vecinos en conjunto con las instituciones más representativas de Iglesia. 


El objetivo de minimizar el daño que se pretende cometer por parte de las autoridades municipales y no escuchar la voz de los expertos en recursos arbóreos o de los vecinos en general habla de una total carencia de autocrítica que permitiría corregir sobre la marcha una decisión que desde todo punto de vista representa un despropósito para una gestión que debería velar por los recursos naturales en un departamento cordillerano. 


Más allá de las autonomías municipales respecto del manejo del arbolado público, la Secretaría de ambiente y Recursos Renovables del Gobierno de la provincia debería intervenir de inmediato para detener esta erradicación. Se trata de una acción necesaria que en otras ocasiones no la ha realizado, posibilitando la tala de numerosos ejemplares en distintos puntos de la provincia. 


La no intervención en esta ocasión consolida un precedente de que cualquiera puede erradicar un árbol o cientos de éstos sin que la máxima autoridad en materia de arbolado público a nivel provincial tenga el derecho de sancionar a los avasalladores de nuestro patrimonio forestal.