Está demostrado que el ferrocarril ofrece grandes ventajas sobre los camiones en el transporte de cargas en medianas y largas distancias, un factor que no puede ser desaprovechado en momentos en que las economías regionales buscan hacer llegar sus productos a los centros más poblados o a los puertos más importantes del país, recurriendo a fletes más baratos que les permitan una mayor competitividad en el mercado interno y en las exportaciones.


La historia del ferrocarril en la Argentina data de 1859, es decir que desde hace 160 años vienen sucediéndose las marchas y contramarchas que hicieron que este servicio pasara por distintas etapas, desde el esplendor de los comienzos, hasta los procesos de privatización y posterior estatización que terminaron con una drástica reducción de ramales. De los 44.000 kilómetros que alguna vez tuvo la red ferroviaria, en la actualidad solo hay 20.000 con posibilidad de reactivar 4.000 más, de darse las condiciones de demanda.


Si bien en el área del Gran Buenos Aires el servicio de trenes de pasajeros alcanzó un significativo desarrollo, con obras de infraestructura y equipamiento, el déficit de este servicio está, fundamentalmente, en el transporte de cargas. Desde la presidencia de Arturo Frondizi, en que se levantaron ramales deficitarios, no se contempló la posibilidad de limitar el servicio que por entonces era de pasajeros y de carga, a ramales exclusivamente de carga, con lo que se podría haber conservado la red férrea.


Hay que tener en cuenta que el transporte ferroviario de cargas es menos contaminante y oneroso que el de los camiones y mucho más económico si se acarrean productos de la minería, de la industria pesada, productos frutihortícolas o granos. Pero también hay que considerar que el poco desarrollo del ferrocarril ha hecho que el 93% de las cargas sean trasladadas en camiones a pesar que el costo es considerablemente superior, según análisis de costos realizados a nivel nacional.


Una de las grandes esperanzas de que nuestra provincia recupere el servicio de trenes de cargas, en beneficio de la producción local, comenzó a gestarse en 2015, tras el anuncio de estatización del ferrocarril y la recuperación del Belgrano Cargas. La iniciativa fue potenciada por la actual gestión de gobierno, que en los últimos cuatro años ha renovado 725 kilómetros de vías y tiene en proyecto mejorar unos 9.000 kilómetros más. Se trata de un plan ambicioso que dará al transporte de cargas una nueva dimensión, por lo que es necesario que las obras continúen en el tiempo.


La política ferroviaria debe ser única e inalterable y no estar sujeta a cambios cada vez que haya una nueva administración en el gobierno.