El documento final de la cumbre de líderes de las veinte naciones desarrolladas y las emergentes, junto a los organismos multilaterales que acompañan a la globalización, es considerado como el entendimiento político mejor logrado en este tipo de difíciles reuniones anuales, aún cuando no hubo consenso en temas claves, como el del cambio climático.


Más exitoso puede calificarse todavía lo que dejó económicamente al país anfitrión si se tienen en cuenta los resultados de las 17 reuniones bilaterales que mantuvo el presidente Mauricio Macri con diferentes mandatarios del mundo, alcanzando en cada uno de los encuentros financiamientos que involucran a más de 3.000 millones de dólares para obras de infraestructura y acuerdos comerciales.


También fueron fructíferas otras reuniones fuera de agenda, como la celebrada por los presidentes Macri y Piñera, el titular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno y el gobernador de San Juan, Sergio Uñac para agilizar la licitación del túnel binacional de Agua Negra. Si había dudas -más del mandatario trasandino- sobre la puesta en marcha de la colosal obra, este diálogo las despejó sin reservas en el marco político y financiero del emprendimiento.


Fuera del caso puntual que atañe a nuestra provincia, en particular el G20 dejó a la Argentina expectativas de inversión que nunca antes tuvo la actual gestión de gobierno. El acuerdo marco con los Estados Unidos para fortalecer la inversión en infraestructura y cooperación energética ha sido tan importante como el suscripto con China también para concretar obras básicas, como la recuperación del FFC San Martín de cargas, la apertura de mercados y la ampliación del swap en las reservas del Banco Central.


Se destacan, además, los acuerdos con Francia para proyectos marítimos, de agua y saneamiento y energía solar y así, sucesivamente los documentos firmados con Rusia, Corea del Sur, Japón e incluso del ámbito privado como el apoyo de la Corporación para la Inversión Privada en el Extranjero, avalado con su firma por el secretario del Tesoro estadounidense Steven Mnuchin.


Pero la viabilidad de estas cuantiosas inversiones tiene un condicionamiento político no escrito pero que ha sobrevolado en cada encuentro bilateral. Es el temor por el posible regreso del populismo en las elecciones del año que viene. Si las empresas extranjeras a las que cada gobierno les prestan dinero para que lo inviertan en nuestro país no se sienten seguras ante un cambio político, todo proyecto termina allí.